lunes, 28 de abril de 2014

JOTA: día 4

—No puedo hacer nada por ellos. Tienes que hacerte cargo. Tienes que volver y decidir, verlo por ti mismo. Se escapa de mis competencias.
—Cálmate, Jota. Habrás tenido un mal día y por eso no te sientes con ánimos para seguir.
—No, no, es que no quiero seguir y ya está. Hay un tío que ha dejado preñada a su prima, tío. Joder, ¿cómo voy a querer seguir? ¿Qué coño voy a decirle? ¿Qué se supone que debo decirle? Adelante campeón, sigue follándote a tu prima, luchad por vuestro futuro, tened ese niño y pasad de lo que diga la gente y sobre todo pasad de vuestra propia familia. ¡Lolo! Es una locura, tío. Ese niño puede salir medio lelo. O lelo entero. Tienes que volver.
—Si te pedí que hicieras el favor de sustituirme fue porque no podía hacerme cargo de ninguna manera. Y sigo sin poder. No puedo volver.
—Y se puede saber qué puñetas estás haciendo para no poder volver.
—Nada. Simplemente es que no puedo y ya está.
—Si todo es tan sencillo como que te has arrepentido antes de empezar puedes decirlo, porque yo también me he rendido. He dado la cara tanto como he podido pero ya no puedo más.
—Tienes que seguir yendo, tienes que moderar esas reuniones. Iremos a medias con lo que me den.
—A medias… La madre que te parió. ¿Sabes lo chalados que están? No, no lo sabes ni lo quieres saber pues aquí estamos otra vez, hablando porque yo te he llamado a ti.
—Macho, no me saltes ahora con eso que estoy con Rita.
—Eso ya no cuela, Lolo, lo siento mucho. Me da lo mismo que estés con Rita que con mi madre. Quiero que te hagas cargo de las reuniones. No quiero seguir. No puedo. Vuelve, conócelos y decide qué haces, si te quedas o si también te vas. Si puedes echarles una mano, estupendo, me alegraré un montón, pero yo renuncio.
—Ve el miércoles y después hablamos.
— ¿Cómo?
—Que hagas la del miércoles y después hablamos. Te llamo yo.
—Eso tampoco cuela. No sé qué mierda te mantiene tan ocupado que ni siquiera puedes llamar para preocuparte de cómo ha ido un trabajo que tendrías que estar haciendo tú pero no me creo que sea culpa de Rita. No tienes ni idea de las miserias que me está contando la gente, no tienes ni puta idea. Esta gente está mal, tío, necesita ayuda profesional.
— ¿Y yo soy ese profesional?
—No he dicho eso.
—Entonces, ¿por qué insistes tanto en que me haga cargo?
—Porque has sido tú quien se ha metido en esto, no yo. Ya imagino que no podrás hacer nada por ello, ya lo sé. Podrás hacer lo mismo que yo. O menos.
— ¿Menos?
—No parecen importarte mucho los problemas de esas personas.
— ¿Eso crees?
—No lo creería si por lo menos me hubieses llamado algún día después de las reuniones. Con un mensaje me habría conformado. ¿Me escuchas? ¿Estás ahí?
—Sí.
— ¿Qué pasa?
—No sé. ¿Qué pasa?
—Te has callado de repente.
—Estaba hablando con… Rita.
—En serio, tío, al igual que tú me pediste que te sustituyera ahora yo te pido que regreses y hagas tu trabajo. Yo no elegí meterme donde me he metido, tenlo en cuenta.
—Pero es que los lunes y los miércoles, a la hora de las reuniones, tengo otro compromiso ineludible, Jota. Por eso te pedí que me sustituyeras. No soy tan inmaduro de meterme en algo tan serio como eso para cambiar de idea de un día para otro.
— ¿Y qué compromiso ineludible es ese? Porque hasta el momento lo llevas con un secretismo que no es normal.
—Bueno, es que todavía no puedo decírtelo.
—Vaya.
—Ya te lo contaré en persona.
—Para eso tendríamos que vernos.
—El lunes que viene iré contigo a la reunión.
—Para quedarte al mando, para que te lo ceda.
—Bueno, ya veremos.
—Te juro que como me des plantón o no te quedes esa gente se queda sola en el aula. Ya me conoces, sabes que soy perfectamente capaz de hacerlo.
—Lo sé.
—No me falles.
—Que no.
—Lo que deberías hacer es pasarte el miércoles y salvarme la vida de una vez por todas.
—Me es imposible. Muy precipitado.
—Hoy es lunes, faltan dos días. ¿Tan ineludible es el compromiso que tienes?
—Sí. Si no lo fuese no tendría problema en ir el miércoles mismo. Tenlo claro.
—Como tú digas.
—De todas maneras, creo que lo que te pasa es que has tenido un mal día. Mañana, en cuanto duermas, verás las cosas de otro color. Todo se ve mejor cuando se está descansado.
—Por esa regla de tres, tú debes de estar descansadísimo.
—Pues no sé…
—Te noto bastante relajado.
—No sé.
—Bueno, venga, pues te dejo. No te volveré a molestar pero a cambio quiero verte el lunes sin falta.
—Allí estaré.

Lo creeré cuando lo vea.

La charla me ha dejado como estaba, con la carga adicional de haber mantenido un rifirrafe con uno de mis mejores amigos y teniendo que volver el miércoles a lidiar con las dificultades para llevar una vida sexual plena de varios desconocidos de los que, no obstante, estaba bastante informado ya de una parte de sus personalidades que la mayoría de personas suele llevar con reserva y que a menudo funciona de un modo mucho más simple. 

A veces hasta mecánicamente.

En fin, haré lo que me ha aconsejado Lolo: dormir y descansar. Al menos lo intentaré. Hasta la próxima reunión me queda un día de tregua así que procuraré aprovecharlo para desconectar.

Y a ver qué me depara la suerte…


SIGUIENTE CAPÍTULO: 1ª REUNIÓN 




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