viernes, 2 de mayo de 2014

JOTA: día 5

Me ha pasado algo raro. Algo muy raro. Es más, me ha pasado algo que nunca antes me había pasado. 

Me ha pasado algo raro de cojones.

Primero me he sentido orgulloso, satisfecho como pocas veces, contento, motivado: la reunión general, la primera, y la única hasta la fecha, había salido tan bien que no he podido hacer otra cosa que sentirme eufórico; no esperaba ni de coña que fuese a salir tan bien, lo confieso, y supongo que tampoco puedo decir que haya sido perfecta, pero el resultado ha sido bastante bueno. O al menos eso creo. 

Y a pesar de la euforia cierto toque de incredulidad no me permitía terminar de disfrutar por completo del momento.

Mi desasosiego comienza, ha comenzado de repente y cuando más dichoso me sentía, al repasar fríamente todo lo acaecido, tanto lo bueno como lo menos bueno. Diría que he repasado punto a punto y coma a coma todo lo dicho. También lo callado. Las dudas me han abordado justo cuando me he metido en la cama, a pocas horas de que concluyera la reunión, justo cuando pretendía dormir.

Algo raro de cojones.

Porque tampoco considero que los aspectos menos buenos, o los malos, hayan sido para tanto, al menos no para importunarme el sueño; ni siquiera lo peor, las “expulsiones voluntarias” de Jaime y Joselu, han significado tanto como para no poder dormir. Quiero pensar que no. No quiero resultar inmaduro ni injusto pero ciertamente ellos son los dos que menos han hecho por integrarse en el grupo. Tampoco mentiría si digo que son los que peor me caen de todos los participantes.

Pero tampoco han sido ellos los culpables de mi insomnio repentino.

Principalmente ha sido a causa de darme cuenta de que todos los casos, o la gran mayoría de ellos, desde que asomaron por el aula hasta el día de hoy, el transcurso de un breve espacio de tiempo a fin de cuentas, habían empeorado, algo de lo que no me había percatado hasta el preciso instante de estar tumbado, mirando al techo, rodeado de oscuridad, con los ojos abiertos, haciendo balance de la jornada de forma inconsciente. 

Todos, o casi todos, habían vivido alguna situación en ese tramo de tiempo que si no les había agravado sí que había redundado en su aflicción, grave de por sí. Es eso lo que me ha hecho darme cuenta de lo jodido que lo tienen todos.

Pintan bastos.

Tal es el calado de sus problemas, hablaré en general para ni centrarme ni descartar a nadie, que ni siquiera se plantean recurrir a la puerta que entre todos, yo entre ellos, estamos construyendo para que se le dé uso. 

Para que salgan. 

Antes no sabían que existía esa puerta. Ahora que ya lo saben da la impresión de que sean incapaces de abrirla; no saben cómo funciona su mecanismo, no saben por qué ni para qué deben abrirla ni que les va a ofrecer atravesarla. 

Y lo peor de todo no es ese desconocimiento. Su desconocimiento.

Lo peor es que sospecho que ni siquiera quieren salir. No quieren agarrar el pomo y girarlo. No quieren ni acercarse a ella. No quieren ni oír hablar de ninguna puerta.

¿Cuál es la razón? No sé. 

Me apostaría el dedo meñique del pie, lo uso en raras ocasiones y normalmente para golpeármelo, a que esa sería su respuesta: no sé. 

Las dos palabras que más he tenido que soportar desde que comencé la andadura de las reuniones.

Y no es una advertencia, ni un grito de auxilio. No están admitiendo que tengan una ignorancia que debe y puede ser resuelta. No. Me temo que no es ese su problema. 

Porque no quieren que esa ignorancia, y otras muchas, de tenerlas, le sean resueltas. No quieren que nadie les ponga ese ladrillo en su pared llena de huecos.

Su problema es que les podrías construir un muro alto, largo y ancho como no haya habido otro a lo largo de la historia de la humanidad y les daría igual. 

No sabrían apreciarlo.

Porque su problema es que todo les da igual. Y si les importa algo de veras, entonces deben ser actores profesionales. Disimulan muy bien. En tal caso, no me importaría admitir que me la han colado hasta el fondo. 

Aunque supongo que no hay nada de actuación en ellos: no abren la puerta porque les da igual, como les daría igual un muro que midiese kilómetros; les importa un carajo que haya puerta, que pinta ahí en medio, cual sea su utilidad y quien la haya colocado; no les importa a donde dé, como les da lo mismo de que material está construida; no saben que no todo aquel con el que se topen les va a facilitar el acceso, como tampoco saben que la vida no trata de cruzar puertas que otros van dejando, gustosos, por el camino.

Desconocen que a menudo no queda otra que trepar y salir, no por puertas, sino por ventanas, y que tantas veces, una vez superado el alféizar, lo que se obtiene es una caída dolorosa y ni de lejos ves una nueva puerta por la que pasar y subsanar los golpes.

Ni tampoco otra ventana en la que encaramarse. 

Mientras avanzas son escasos los recovecos que te encuentras para pasar de un lado a otro. Aun son menos los que los demás te van a ceder. Si es que alguien en algún momento te cede algo.

Les estamos haciendo un favor y no parecen agradecerlo. De nuevo, tal vez no sepan hacerlo. Estamos partiéndonos la jeta en una pelea que es suya y ni siquiera nos van a ir a socorrer si nos ven malheridos. No lo harán. Nunca harían nada por nosotros pues ni siquiera hacen nada por ellos aunque piensen que sí lo hacen.

Si me concentro en otro aspecto quizá lo que pasa es que estoy ante un asunto generacional que nunca podré entender por el mero hecho de ser un poco mayor. Con Marisa, Silvia y Javier fluye otra clase de entendimiento, lo cual me resulta francamente curioso. También podría englobar a Lolo con ellos. Me gusta pensar que me socorrerían en caso de que se lo pidiera. Los demás, creo que no responderían ni suplicándoselo. Teniendo en cuenta que exceptuando a esos tres, cuatro si añado a Lolo, la media de edad es de veintitantos, no me sorprendería que la auténtica razón de su torpeza a la hora de abrir puertas fuese esa.

Su edad. 

Puertas. Nadie les enseñó que eran. Ni que debían hacer si se daban de morros contra una. Nadie les avisó de que abundaban y de que tarde o temprano les tocaría plantarles cara. Lo más triste es que nadie les motivase diciéndoles que detrás, a veces, aguarda la felicidad, el amor, la estabilidad, el progreso. 

La vida.

Y lo peor de lo peor es que creo que si no saben qué coño es una puerta, como se abre y que esconde es porque alguien las ha estado abriendo por ellos desde que nacieron. Alguien se ha estado ocupando de una labor que no le correspondía.

Como no he querido dedicar toda la madrugada al mismo tema, he intercambiado la penumbra por la luz de la pantalla de un ordenador. Y aquí estoy.

Como tampoco quiero centrarme en lo que ya he comentado, me he decantado por abrir una nueva vía y me ha dado por investigar en la red acerca de todos y cada uno de los asistentes a las reuniones, empleando para ello una frase corta y concisa de sus “dificultades sexuales”.

Ese ha sido mi gran error. Y a la vez mi salvación.

Estoy liada con un señor mayor: aparece mayor en lugar de casado pero el resultado es numeroso y parece un tema que se suele tratar en internet, estimo que por aquello de mantener el anonimato en una confesión voluntaria, algo que no acabo de entender del todo.
Me voy a casar y tengo dudas: los resultados aumentan de manera considerable con respecto a la primera búsqueda. De los menos de 100000 anteriores pasan a casi 4 millones. El tema parecer ser muy habitual. Si agrego porque creo que quiero a otra persona los números descienden pero el resultado continúa siendo muy alto, por encima de los 2500000.
Estoy liado con mi prima: 120000 resultados. He dejado embarazada a mi prima 122000: los resultados son similares aunque he de decir que no siempre se ajustan a lo que he pretendido encontrar. Parece que es un asunto muy poco frecuente. Como apunte diré que he dado con más casos de chicas liadas con sus primos que de chicos liados con primas. Supuestamente. Los pocos casos que he descubierto son de gente pidiendo ayuda porque han metido la pata con 14 o 15 años, incluso alguna afirma haber sido violada. No es necesario nada de esto para llegar a la conclusión de que lo que Javier ha hecho nunca debería haber ocurrido.

Siguiendo por el orden de llegada al aula sería el turno de Julio.
La tengo pequeña: 42 millones de resultados.
En este punto se me ha ocurrido probar con la búsqueda contraria.
La tengo grande: algo más de 100 millones. 100 millones de Jaimes. Este es un planeta despiadado.
Tanto el uno como el otro, Julio y Jaime, podrían formar parte de esas búsquedas. Abundan los consultorios online así como las consultas improvisadas en foros que en absoluto son especialistas en dichos temas. Tanto el exceso como el defecto parecen provocar frustración, hasta se podría decir que como el cómputo general de los que la tienen grande es mucho mayor, los que se aquejan de lo mismo que Julio tienen menos problemas, aunque lo más adecuado es situar a los Julios y los Jaimes a la misma altura. Aunque a Jaime le pese.
Sólo me ponen las gordas: número alto de resultados. La mayoría es gente preguntando, y preguntándose, si es normal que se sientan atraídos por chicas gordas. Alguno afirma que le gustan incluso con celulitis. Supongo que sobre gustos… ¡Me cago en las frases hechas!
Me masturbo compulsivamente: parafraseando a Marisa he escrito compulsivamente y he obtenido el resultado más bajo hasta el momento por lo que nadie se masturba tanto como Jacobo o nadie busca información sobre su problema en internet o nadie admite que es un masturbador compulsivo. Si pongo me hago muchas pajas los resultados varían asombrosamente: de apenas 40000 a casi 8 millones. La mayoría son personas, hombres, preguntando, y preguntándose de nuevo, si son masturbadores compulsivos. No sé si para la gente masturbarse y hacerse pajas no es lo mismo o mi método para recabar es erróneo.
Soy un chico hetero pero/me gusta un chico/me atrae un chico/me gustaría ser gay. Empezamos mal. Hay donde elegir pero casi preferiría no tener tanta opción. Si soy más directo y escribo soy un chico hetero pero me gusta chupar doy con gran cantidad de tipos que, como Jordi, aseguran, algunos hombría en ristre, que son heterosexuales pero que se sienten atraídos por los penes. Los resultados oscilan entre los 500000 y los 2500000 según ponga chupar, chuparla, chupar penes, chupar pollas, mamar o mamarla. Mucho anuncio de contacto y algún que otro desesperado. Matizo, heterosexual seguro de su masculina sexualidad buscando con urgencia encontrar chicos gais. Por eso a Jordi le es tan fácil ligar. Ahora lo comprendo.
Me ha costado dar con la pregunta acertada. Finalmente ha sido sólo me ponen las chicas de otras razasObviamente, y por fortuna, no hay demasiados Joselus sueltos por el mundo, por no decir que no he dado con nadie que afirme tener el mismo dilema moral que él. Eso sí, 23 millones de resultados... Mucha gente, de muy distintas razas, asegura sentirse atraído por razas diferentes a la suya sin mencionar si toleran a esas razas más allá del aspecto carnal. Sea como sea, creo, y deseo que así sea, que Joselu es un ejemplar digno de la ciencia: xenófobo y amante de las guiris.

De modo que, unos en mayor medida y otros de manera más discreta, todos los que acuden a las reuniones tienen seres afines en el ciberespacio. Desconozco si serán personas de la misma edad, del mismo estatus social, de la misma educación o si sufrirán la misma incapacidad a la hora de abrir puertas.

Después, ya agotado de tanto dato y de tanto tecleo y, sobre todo, medio cegado por la brillante luz del ordenador, me he ido a dormir.

Y he tenido una pesadilla. O un mal sueño. O, cuanto menos, un sueño peculiar, por decirlo suavemente. Suavemente. No sé si es el calificativo más apropiado para describirlo, pero en fin. 

Allá va. 

He soñado con una orgía protagonizada por los que participantes de las reuniones, todos sin excepción, porque yo mismo, aunque no tomaba parte directa en la función, presenciaba impávido todo el despliegue de dotes amatorias.

No pecaré yo ahora de lo que prohíbo a los demás, no me pondré a dar detalles, pero en esencia, muy en esencia, este es el resumen: Marisa y un señor que apenas se sostenía en pie como tampoco lograba sostener su flácido miembro erecto; Silvia retozaba con un tipo y ambos impedían unirse a un tercero, su amigo y su novio respectivamente, supuse; Julio lloriqueando y con un pene diminuto, corría de un lado a otro, empecinado en darle uso, ya fuese en un agujero o en otro, lo mismo le daba; el colosal atributo viril de Jaime se encargaba de la seguridad del lugar rodeando a los participantes tal que si fuese una valla al mismo tiempo que, cuando consideraba oportuno, se insertaba en alguna de las mujeres, provocándole un dolor que no acertaba a vislumbrar si era rechazado o más bien todo lo contrario; Joaquín yacía con una masa de carne a la que se le adivinaban formas femeninas, pezones o vello púbico, a la que daba la impresión de estar devorando más que amando; Jacobo se dedicaba a mirar desde un rincón el trascurso del desenfreno y no parecía tener mayores pretensiones que hacerse todo un profesional del onanismo; Jordi mudaba de objetivo a cada minuto, y tan pronto le hacía el amor a una chica como se lanzaba a los bajos de los varones, sin saber, yo no logré averiguarlo, con quién gozaba más; Joselu aparecía enfundado en una bandera, sin más ropa que esa, con el pene a punto de estallar y un coro de mujeres de diversas razas de rodillas ante él aguardando una señal para pasar a la acción; Javier estaba junto a una chica, a la que quise identificar como su prima, con la que tenía toda una colección de churumbeles de los cuales unos eran idénticos a él y otros a ella. Cuando aparecía el resto de la familia, descubría que todos eran iguales entre sí, que no había más rasgos que los de Javier y los de su supuesta prima.

Sin conocimientos del universo onírico, tampoco del freudiano, y ya sin energías para ponerme a desgranar el significado de nada, he decidido aparcar todo lo referente a las reuniones hasta el lunes.

Lunes.

No he llamado a Lolo. No he sabido de él desde la última llamada, ni lo he visto ni he vuelto a hablar con él. Nuevamente, no ha dado señales de vida. Por supuesto, mis esperanzas de que fuese a presentarse en el aula eran mínimas, por no decir nulas.

Pese a todo, Lolo se ha personado y ha llegado incluso antes que yo.
—Rita y yo estamos pasando una mala racha y… —ha empezado a decir, nada más saludarnos.
— ¿Qué tiene que ver eso con que no puedas hacerte cargo de esto? —le he interrumpido—. Lo elegiste cuando estabais bien y no sabías lo que iba a pasar, de acuerdo, pero siempre hay que contar con posibles imprevistos. En cualquier caso, no veo relación entre estar pasando una mala racha con tu pareja y dejar de existir, porque podría entender que quisieras pasar más tiempo con ella para arreglar las cosas y demás, hasta podría entender que te desentendieras de esto en algún momento, pero tío, es que no has querido saber nada desde que empezamos. Lo que tú estás haciendo no es pasar un poco más de tiempo con ella, es vivir para ella.
—Que no es eso…
— ¿Entonces qué es? No soy adivino, si tú no me lo dices, tendré que inventármelo yo.
—Nada. Sí es eso, pero es que…
— ¿Es eso o no es eso? ¿Estás mal con Rita o no?
—Que sí, que sí.
—Aclárate.
—Si estoy muy aclarado.
—Pues no se nota.
—No es que me pase todo el día con ella pero sí que estamos juntos más tiempo, hablando y todo eso. Pero no sé…
—No empieces tú también con el no sé. ¿Quieres que la llame y hable con ella?
— ¿Con quién?
—Tío, con Rita, con Rita. ¿Con quién va a ser?
—Ah. No, no, no, no. Déjalo, de verdad, no te molestes, si ya estamos... Ya me ocupo… En serio. No vayas a molestarte que ya bastante tienes con estar haciéndome este favor, de las reuniones y… No la llames, ¿vale? No puedo, ella no… No quiero mezclarla. No sé.
—Está bien, tranquilo. Si tienes razón. Es mejor que no me entrometa.
—Sí. Va a ser mejor. Seguro.
— ¿Te quedas para conocer a los chicos?
—No. No puedo. No sé... Tal vez el miércoles.
—A este paso se van a terminar las reuniones y no habrás estado en ninguna.


SIGUIENTE CAPÍTULO: ANA 




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