3ª REUNIÓN

— ¿Cuánto porno consumís?

Algunos todavía no habían tomado asiento. Otros estaban a medio sentarse. Unos cuantos todavía permanecían de pie haciéndose los remolones.

La pregunta, como no podía ser de otro modo, ha cogido desarmado al grupo y, como no podía ser de otro modo, todos han canalizado su incomodidad mediante la risa.

Y eso que les he preguntado igual que el día anterior lo había hecho con el tema del presupuesto que tenían para comprar ropa, con la misma naturalidad y con la misma intención.

En realidad, hasta podría decir que no se distinguen en nada y que son la misma pregunta.

Una única pregunta.

Conforme se han ido sofocando las risas todos han empezado a deliberar la respuesta, unos a conciencia, otros con escaso ímpetu, puesto que han visto que estaba hablándoles en serio y nadie quería responder nada que los comprometiera, no querían hacerlo antes que el compañero y, tal vez, no les apetecía contestar y punto. Fuese por lo que fuese, lo innegable es que el aula ha pasado de las risas a colapsarse del ruido de los engranajes del cerebro indagando las palabras más acertadas a liberar. Y todo, delatándose a sí mismos, sin reparar en ello eso sí, como consumidores habituales de porno. Porque perfectamente podían haber respondido que no tenían ninguna relación con eso, que no veían nada, que apenas sabían lo que era el porno.

En cambio, se delataron a sí mismos sin reparar en lo que hacían.

—No os puede ruborizar un tema así, a estas alturas no y menos con todo lo que hemos tratado ya —he procurado animarles advirtiendo que seguían sin ganas de pronunciarse.

Sin éxito.

Ni siquiera Jacobo, el experto y el único del que ya conocía su respuesta, parecía estar dispuesto a decir nada.

—No es que nos de corte pero nos has pillado desprevenidos. Nos estábamos sentando aún —ha atinado a decir Marisa.
—Bueno, en tu caso creo recordar que no eres muy dada a ver películas de este tipo —le he dicho, aprovechando que había roto el hielo.
—Pues no, la verdad es que no. De joven era un poco complicado comprar revistas de esa clase, más que nada por el mal rato que te hacía pasar el del kiosko. Y eso para los chicos. Para una chica sencillamente comprar una revista guarra era impensable —ha contestado ella sin sentirse acorralada en absoluto.
— ¿Y en la actualidad? Ahora no hay necesidad de comprar nada —le he planteado.
—Pero ahora ya soy mayor —ha contestado ella sarcástica.

Yo he movido la cabeza varias veces. Sin querer se me ha escapado una sonrisa.

Después le he vuelto a preguntar.
—¿De modo que no consideras que el porno influyese en tu decisión de estar con alguien que, aparte de ser tu profesor, era muchos años mayor que tú?
Unos instantes de indecisión.
—No sé si capto del todo por dónde vas —ha respondido ella al fin, bastante azorada, como si la hubiese atacado sin motivo y sin merecerlo—. Pero bueno, diré que no, que el porno no tuvo nada que ver con mi decisión. Me parece una pregunta un poco estúpida, que lo sepas. Ya he dicho, y te lo repito por cuarta o quinta vez, que he visto muy pocas películas como para que me hayan influido. He visto tan pocas que creo que no me han influido en nada y las vi hace mucho tiempo. Y además, ¿mi decisión? ¿Fijarse en alguien y enamorarse de él, aunque sea muchos años mayor que tú, aunque sea tu profesor, es una decisión? Quiero decir, ¿lo decides por ti mismo, le das vueltas y te decantas por una u otra cosa, o es algo que sucede sin más? Te lo pregunto, aunque yo ya sé la respuesta.
— ¿Aunque te fijes y te enamores de alguien siendo apenas una niña? —he querido agregar yo a su interrogatorio particular.
—Sí —ha sido su concisa respuesta.

Lo menos que he podido hacer ha sido devolverle una cálida y grata sonrisa, con la que de paso he querido disculparme por si en algún momento ha podido sentirse ofendida por mis cuestiones.

Era todo lo que necesitaba escuchar.

— ¿Y qué hay de ti, Silvia? ¿Ves porno habitualmente? ¿Crees que ha podido influir en algún aspecto de tu vida? —he continuado sondeando, presuponiendo también cual iba a ser esta contestación.

Silvia se ha puesto roja de repente. Y creo que el capote que le he brindado no ha hecho sino empeorar las cosas.
—Ya nos contaste que no te gustaba masturbarte si no es con participación de tu novio así que, a lo mejor, no te va demasiado —he dicho.

Silvia tan sólo ha acertado a negar en silencio.

—No, no me va demasiado —se ha limitado a repetir, teñida de rubor.
—Tampoco estoy diciendo que lo que te pasa sea a causa del consumo de este tipo de películas, de hecho creo que en tu caso, aunque consumieses pornografía, no tendría nada que ver una cosa con la otra, por tanto puedes estar tranquila —he procurado calmarla al reparar en el mal rato que le estaba haciendo pasar—. Relájate. Por cierto, Marisa y Silvia, ¿cómo vais de lo vuestro?
—Ahí vamos —ha respondido Marisa con desgana—. Más animada —se ha contradicho inmediatamente después—. Porque estoy decidida a no volver a verle así que el portazo de la última vez va a ser decisivo. Pero decisivo del todo, ahora sí.
—Me alegra oírte hablar así. Enhorabuena y mucha suerte para que llegues a buen puerto. ¿Silvia?
—El otro día estuve con mi amigo. Y nada. Dudo que mi vida cambie. Podemos volver a llevarnos bien pero ya no es lo que era. Ni lo es él ni yo ni nada. Supongo que eso es bueno porque con mi novio también va todo mejor.
—Me alegro mucho. Espero que sigas aclarando tus ideas. ¿Seguimos en orden de llegada? Julio, tú estabas preocupado por el tamaño de tu pene, porque considerabas que era pequeño. ¿Ves porno a menudo?
—Bueno, a menudo, a menudo, no sé… Cada vez que tengo ganas de… ya sabéis.
—Ya. ¿Y piensas que ese consumo te ha influido en tu día a día?
—Pues no lo sé. Puede ser. No sé.
—Te lo digo porque normalmente, al menos en ciertas categorías, los hombres que aparecen en esa clase de películas suelen estar muy dotados y a lo mejor comparando…
—Sales perdiendo por goleada porque hay algunos que no es normal lo que les cuelga —se ha inmiscuido Jacobo.
—Eso mismo —le he dado la razón yo, sin ahondar en matices.
—Hombre, yo perder, perder, no pierdo… —ha discutido Juanpe, más apesadumbrado que orgulloso.
—Para lo que te vale… —ha dicho Ana.
—Pues no sé. Puede ser que me haya influido, sí, no sé… —ha dudado Julio.
— ¿Cuándo ha sido la última vez que has recurrido al porno? —le he vuelto a preguntar.
— ¿La última vez? Buff, no sé…
—Antes de venir —ha bromeado Jacobo.
—Que no todo el mundo es como tú —le ha espetado Silvia.
—Que sólo lo hago los viernes —le ha respondido Jacobo.
—Y menos mal que sólo lo haces lo viernes… —ha continuado diciendo Silvia.
—Venga, dejadle que piense —he procurado poner orden.
—No sé. Hace un par de días, más o menos —ha contestado Julio al fin.
—Ya. Y dinos, ¿qué usaste? ¿Revistas, ordenador, tablet, el móvil? —he querido profundizar.
— ¿El móvil? —ha dicho Marisa muy sorprendida.
— ¿Cuántos de aquí tienen internet en el móvil?

Todos.

He mirado a Marisa. Ella también me ha mirado. Creo que no ha hecho falta nada más para entendernos.

— ¿Cuántos de vosotros ha visto porno a través del móvil?

5 de 7. 

Hasta Javier ha visto cochinadas por el teléfono. 

Salvo las dos chicas y yo mismo, que no cuento, todos.

— ¿Con que frecuencia usáis el móvil para buscar contenidos sexuales? —he lanzado al aire la pregunta.
—Este tiene la memoria llena de tías, segurísimo vamos —ha soltado Silvia.
—Pues no, lista, que eres una lista —se ha defendido Jacobo—. Es que es como si yo digo que este tiene fotos de rabos, es injusto.
—Yo no tengo fotos de rabos —ha argumentado Jordi.
—Vale ya. Venga, contestad, no os andéis por las ramas ni os ataquéis entre vosotros.
Silencio en la sala.
—Está bien. Hagámoslo de otra manera —he empezado a decir viendo que mi planteamiento solamente nos llevaba a enredarnos—. Tal vez sea más sencillo así. Quiero que viajéis mentalmente hasta la niñez, o hasta la adolescencia, hasta el momento justo, si lo recordáis, en el que tuvisteis vuestro primer contacto con el sexo y no me refiero al día en que perdisteis la virginidad, aunque si para alguno de vosotros ese es su primer contacto pues también me vale. Venga, concentraos y haced memoria. Y vamos a empezar, como ya es costumbre, por Marisa.

MARISA: Buff, anda que no hace años.
JAVIER: Venga, que tampoco eres una vieja, mujer.
MARISA: Si tú lo dices… Te lo agradezco.
JACOBO: Huy, huy, aquí hay tema.
JOTA: Demostradme que sois capaces de concentraros un minuto, por favor.
MARISA: No puedo decirte el momento exacto pero imagino que las primeras noticias me llegaron a través de mis amigas. Ellas tonteaban con los chicos y entre nosotras siempre nos contábamos ciertas cosas, sin pelos ni señales pero sí que hablábamos del tema, con bastante más inocencia que ahora pero bueno.
JOTA: ¿Crees que ahora se habla de otro modo de ese tema?
MARISA: Ahora un niño de 10 años sabe más de lo que yo sabía con 15.
JOTA: Ya. Me parece recordar que nos dijiste que nunca habías estado con nadie más que el profesor.
MARISA: Así es.
JOTA: ¿Y cuál era tu participación cuando hablabas de sexo con tus amigas? Quiero decir, ¿qué era lo que podías aportar si únicamente has mantenido una relación y en aquellas fechas, supongo, era secreta?
MARISA: Siempre he sido muy reservada para eso, no te creas, y, bueno, aunque no participaba demasiado, básicamente porque no podía, no ya por mi relación secreta pues las primeras veces que oí a mis amigas hablar de sexo tendríamos todas alrededor de los 14, o de los 15, y esa relación comenzó cuando yo tenía 16, sino porque yo no tenía ni idea de nada, y mis amigas en realidad tampoco, ¿eh? Pero sí, no era usual que yo colaborase demasiado pero pasaba desapercibida por mi timidez y por mi discreción.
JOTA: Y una vez comenzara tu relación tampoco podrías decir nada.
MARISA: Siempre he sido muy discreta, ya te digo.
JOTA: ¿Y a nadie de tu entorno le ha extrañado que nunca hayas tenido pareja?
MARISA: Supongo que soy tan discreta que deben pensar que las he tenido, que no lo he contado y que nadie se ha enterado.
JOTA: Ya. Es todo un logro pasar inadvertido en un pueblo pequeño.
MARISA: Ya te digo. De todos modos mis amigas ya llevan años casadas, son madres y hace mucho que les importa poco mi vida sentimental.
JOTA: Ya.
MARISA: Así que nada, creo que ese fue mi primer contacto con el sexo.
JOTA: Si te sientes incómoda con la pregunta que voy a hacerte ahora no tienes más que decirlo, ¿de acuerdo?
MARISA: De acuerdo.
JOTA: En tu caso, imagino que tu primer contacto sexual es con el profesor, y ahora sí hablo de perder la virginidad, y también imagino que te enfrentarías a esa experiencia con las nociones de sexo aprendidas de tus amigas.
MARISA: Y poco más. Y encima lo que sabíamos dejaba mucho que desear. Estábamos todas poco más o menos de informadas pero es que a veces, a menudo, estábamos mal informadas.
JOTA: Ni siquiera con 16 años…
MARISA: Qué va, qué va. Ni idea de nada. Y aún tardaría.
JOTA: No pretendo que nos cuentes cómo fue, ya sabes que estoy en contra de los detalles, pero sí que me gustaría saber si salió todo bien, si no fue algo traumático.
MARISA: Fue bien, sí. Para lo que yo sabía al respecto, bastante bien. Siempre tuvo mucha paciencia conmigo. En ese terreno y en todos. Y la primera vez, la verdad es que se portó muy bien. Sin queja.
JOTA: De manera que tuviste que hacerle frente a tu primera relación sexual con la escasa información que habías ido extrayendo de tus amigas, nada más.
MARISA: A ver, en el colegio siempre estaba la lección de la reproducción, en naturales, que se llamaba naturales cuando yo era niña, no sé cómo se llamará ahora, pero vamos, que te enseñaban dos dibujos con los órganos masculinos y los femeninos, sus partes, sus funciones, pero de sexo... Vamos, es que era tabú.
SILVIA: Es que eso es más biología que sexo. Eso no es ni educación, vamos.
JOTA: Es educación pero no educación sexual.
SILVIA: Eso mismo.
JOTA: ¿Cómo te fue a ti, Silvia?
SILVIA: Pues como a Marisa pero creo que ya sabiendo un poco más.
MARISA: Los tiempos cambian.
SILVIA: Claro. Pero tampoco te creas, acabas aprendiendo a fuerza de practicar.
JAVIER: Como casi todo en esta vida.
SILVIA: Claro. Porque como ella dice, en el colegio mucho dibujito y mucho tratar el tema con normalidad, que te decía el profesor “no os riais que ya sois mayores y este es un tema como cualquier otro, una función del cuerpo como puede ser comer o caminar” que aun así siempre había gente que se reía o gente a la que le daba muchísima vergüenza, pero vamos, lo que es aprender cómo va, pero como va de verdad, ni de coña. La primera vez que estás con un chico es como cuando te subes al coche para aprender a conducir: no sabes para qué sirve nada de lo que ves.
JAVIER: Yo recuerdo que hasta que no fuimos mayores, con 14 o por ahí, no nos hablaron con claridad. Nos pusieron unos dibujos animados y más o menos nos enteramos de por dónde iban los tiros porque ya estaba más enfocado al sexo y no a la reproducción, que también, pero daba la impresión que te decían “esto es el pene y sus partes, esto la vagina y sus partes, y para reproducirse tienen que unirse. Punto y final”, que te quedabas como, vale, ya lo pillo, pero ¿y qué más? Porque es que se terminaba ahí la historia, no te enterabas de más, vamos, es que no te estabas enterando de nada. Así que es normal que luego, a la hora de la verdad, no estés preparado.
SILVIA: Es que es como si te dijeran esto es la boca y sus partes y sirve para comer, sin explicarte cómo se come.
MARISA: Nunca te enseñan eso. Más bien parece que te estuvieran prohibiendo usarlo. 
JAVIER: Esto sirve para reproducirse. Y ahora qué sabéis para qué sirve, no lo uséis.
MARISA: Pues algo así.
JOTA: Veo que coincidís en ese punto. Entonces, lo aprendido en el colegio, regular tirando a mal.
JAVIER: Yo ya te digo que a partir de los 14 capté un poco más. Recuerdo que los dibujitos estos eran unos conejos y el hombre se ponía encima de la mujer y empezaba a moverse, “encima de ella, despacio, después va un poco más deprisa y por último va a toda velocidad”. Un cachondeo.
JOTA: Ya me imagino.
JAVIER: Pero no sabías que hacían, ¿eh? El conejo encima de la coneja, sí, ¿y qué más? ¿Se han quitado la ropa o no? Yo que sé, mil dudas.
MARISA: Una de mis amigas cuando teníamos, eso, 14 o 15, pues decía que había algo, no sabía qué, que se hacía por el ombligo. Porque para algo tenía que estar ahí el ombligo, con ese agujerito, ¿no?
SILVIA: Y si los chicos tienen un palito, ¿a dónde va? Al agujerito. Y si el ombligo tiene un agujerito… Qué bueno.
JAVIER: A mí me dijeron una vez que los condones eran para que, al hacerlo, no te saliera sangre de… ahí abajo. Que ahora lo recuerdas y piensas, joder, pues qué mal me tuvo que sentar enterarme de eso, seguramente se me quitarían las ganas de hacerme mayor y probar nada.
MARISA: Es que eso te pasaba porque no sabías nada, te creías cualquier cosa porque cualquier cosa te valía. Y vale que me pasara a mí, que soy de otra época, pero a vosotros…
JOTA: ¿A vosotros también os pasa? Julio, Joaquín, Jacobo, los demás.
JULIO: ¿El qué?
JOTA: Marisa, Silvia y Javier ya han participado y ahora os toca a vosotros, de Julio en adelante, hasta llegar a Juanpe. Y como quiero obtener una respuesta un poco más resolutiva y larga que ¿el qué? vais a hacerme el favor de concentraros y pensar cual fue vuestro primer contacto con el sexo, cuando descubristeis que os llamaba la atención, no sé, cualquier cosa que se os ocurra.
JACOBO: ¿Te refieres a cuándo nos hicimos la primera pajilla?
JOTA: Podría valer pero si no es mucho pedir que al menos tú tengas algo distinto que contarnos…
JACOBO: Lo intentaré.
JOTA: Genial. De todas formas, no dejéis de estar atentos a lo que les voy a preguntar ahora a vuestros compañeros porque también tendréis que contestar cuando os llegue el turno. Decidme vosotros tres, vuestro primer contacto con el porno, ¿cuándo sucede?
MARISA: Buff.
SILVIA: No sé decirte…
JAVIER: Una película que me dejó un amigo. La escondí bien escondida, tanto que muchas veces, cosas de la edad del pavo, se me olvidaba donde la había metido y para cuando la encontraba y quería ponerla llegaban mis padres y adiós.
JOTA: ¿Marisa? ¿Silvia? ¿Habéis refrescado la memoria?
MARISA: Yo no. Pero porque no me acuerdo. Puede que fuese algún calendario o algo así, porque dudo que fuese una revista. Creo recordar que era algo más pequeño y también más inocente.
JAVIER: A lo mejor era uno de aquellos calendarios que tenías que frotarlo con saliva para que se viera lo que ocultaba.
SILVIA: Nunca he visto ninguno de esos.
JAVIER: Sí, que al final acababa medio deshecho de tanto frotarlo.
SILVIA: Qué guarros.
JOTA: Marisa, ¿y a qué edad dirías que esos calendarios cayeron en tus manos?
MARISA: Pues si no sé ni si eran calendarios así que no sé, no puedo decírtelo porque no me acuerdo.
JOTA: Tranquila. Es una buena señal.
MARISA: ¿Por qué?
JOTA: Ya lo averiguarás. Silvia, ¿tú?
SILVIA: No sé si es fue mi primer contacto pero recuerdo que una vez hicimos botellón en casa de una de las chicas de la pandilla porque sus padres se habían ido de vacaciones, tendríamos 15 o 16 años, y teníamos la tele puesta y de repente alguien cambió de canal y nos encontramos con una peli.
JACOBO: ¿Era buena?
JORDI: Ya ves, tienen una trama…
SILVIA: Era como son todas, yo que sé, aunque no era demasiado fuerte, no sé, podría decirse que era más erótica que porno. Lo que sí sé es que al principio nos reíamos pero después como que nos fuimos callando porque estábamos aprendiendo más en aquel rato que en el colegio. Fue una buena lección, sinceramente.
JACOBO: Madre mía, estoy yo ahí y me pongo malo.
JOTA: Jacobo, relax, y ve pensando que pronto te toca a ti. Javier, supongo que en tu caso fue con la película que te prestaron.
JAVIER: Sí, sí. Fue con la peli, que la rayé. Porque ahora te metes en internet y tienes todas las que quieras pero hace algunos años, tampoco hace tanto, todo eso era mucho más complicado y a lo mejor uno de los colegas tenía una peli, pasaba de mano en mano y todos los amigos acababan viéndola.
SILVIA: De mano en mano...
JOTA: Gracias a los tres. Julio, ¿lo tienes?
JULIO: ¿Cuántas preguntas eran?
JOTA: Dos.
JULIO: ¿Y cuál era la primera?
JOTA: Tu primer contacto con el sexo.
JULIO: Ah. Pues no sé… Diría que conmigo mismo, ¿no? No sé.
MARISA: Este tiene peor memoria que yo.
SILVIA: Pues si no lo sabes tú, macho…
JOTA: Quizás no tengas que complicarte más y esa sea la respuesta acertada, Julio. Masturbarse es una forma muy habitual de adentrarse en el sexo, tal vez la más habitual, y mucho más entre los chicos.
JULIO: Ya, pues seguramente fuese eso.
JOTA: ¿Recuerdas la edad que tenías?
JULIO: Pues no sé. 11 años, 12. No sé.
JOTA: ¿Recuerdas por qué lo hiciste?
JULIO: ¿Cómo?
JOTA: Como solemos ser unos críos cuando empezamos a oír hablar de ese tema muchas veces probamos sin saber por qué lo hacemos, por eso te preguntaba si lo hiciste por comprobar por ti mismo de que iba, por algo en concreto o por imposición.
JULIO: ¿Por imposición?
JOTA: Sí, si probaste a hacerlo porque tus amigos también lo hacían. A lo mejor lo hiciste porque te apetecía.
JULIO: Bueno, mis amigos lo hacían pero si lo hice fue porque me apetecía, claro. No sé.
JOTA: Bien. ¿Y tú primer contacto con el porno?
JULIO: ¿Te refieres a la primera vez que vi porno?
JOTA: A eso mismo.
JULIO: Pues igual, ¿no? La primera vez que me masturbé lo hice viendo porno.
JOTA: Oh. Ya. Claro. Interesante. Muy interesante. Entonces te masturbaste porque te excitaste viendo una película X.
JULIO: Sí.
JOTA: Interesante. Gracias por tu testimonio.
JULIO: De nada.
JOTA: Joaquín.
JOAQUÍN: Creo que poco más o menos como Julio. Tendría 10 o 12 años. Y también fue una… paja.
JOTA: ¿Tu primer contacto con el porno?
JOAQUÍN: Como Julio también.
JOTA: Tu primer contacto con el sexo y tu primer contacto con el porno coinciden.
JOAQUÍN: Sí.
JOTA: Te hiciste la primera paja viendo porno.
JOAQUÍN: Sí.
JOTA: Tal vez adelantemos más si directamente os pregunto cuántos de vosotros empezasteis en el sexo masturbándoos y viendo películas X. A ver, a partir de Joaquín, levantad la mano, por favor. Jacobo, qué sorpresa. Jordi, Javier y Juanpe.
JAVIER: Yo no es que me masturbara viendo porno, probé por probar, porque cuando estábamos en la calle jugando al futbol siempre se nos agregaba un chaval que era un poco más mayor que nosotros y siempre estaba soltando cosas que no entendíamos pero que giraban en torno a lo mismo. Un día vi que hacia un gesto raro con el puño, dijo algo de las pajas, uní esos datos a los que yo ya tenía y decidí probar. Pero vamos, que sí, que empecé conmigo mismo.
JOTA: Vale, gracias por la aclaración.
ANA: Yo también empecé con el porno.
JACOBO: ¡Toma ya!
SILVIA: Eres una cajita de sorpresas.
ANA: ¿Qué pasa? Las tías también tenemos derecho a ver porno, ¿o no?
JOTA: Por supuesto. Aquí nadie dice lo contrario. Pero ya has visto que nos ha chocado un poco, no hemos fingido. ¿Serías tan amable de contarnos tu historia?
ANA: Ah, no, no, ni de coña, vamos. Demasiado he dicho ya.
JOTA: Dudo mucho que tengas más oportunidades para exponer todo lo que se te ocurra, o por lo menos no tan buenas, así que aprovéchalas. Mira, vamos a seguir en orden y cuando lleguemos a ti, nos cuentas, ¿te parece?
ANA: No sé. Ya veré.
SILVIA: Venimos para hablar no para cruzarnos de brazos y tontear.
ANA: Pero, ¿quién tontea, tía? ¿Qué coño dices?
JOTA: Vale, vale, suficiente. ¿Por dónde íbamos?
JACOBO: Me tocaba a mí.
ANA: No es así, es tú te tocas.
JOTA: He dicho que ya vale. Jacobo.
JACOBO: Bueno, ya sabéis todos que soy aficionado al porno.
SILVIA: Yo diría que eres algo más que aficionado.
JACOBO: Bueno, lo que sea. El caso es que no voy a negar que desde siempre me haya atraído ese tipo de cine.
SILVIA: Por llamarlo algo.
JACOBO: Y al igual que mis compañeros reconozco que mi primera experiencia, o contacto, o como lo llaméis, fue conmigo mismo, dándole a la manivela, vamos. Y con porno, claro.
JOTA: Ya que no lo niegas y hablas abiertamente de tu afición voy a preguntarte algo que me corroe desde hace tiempo. ¿Te limitas a ver ese género de cine en la televisión o usas otros métodos?
JACOBO: Casi siempre uso la tele, sí. Solía usar cintas de vídeo viejas que había por casa aunque aún me cuesta creer que fuesen de mi padre… Luego pasé a los dvds que me grababan mis amigos, tampoco sé cómo lo hacían. Después pusimos televisión por satélite y teníamos un canal porno las 24 horas. Ahí fue cuando me enganché. Y hasta ahora.
JOTA: Eres de pantalla grande entonces.
JACOBO: Sí, bueno, no sé…
JOTA: ¿También has usado ordenadores, móviles, tablets o qué? Te he visto titubear.
JACOBO: He titubeado porque he usado todo eso para ver porno. Lo he hecho y lo hago, vamos. Estás en el ordenador y al apretón, que quieras que no, te da y acabas buscando guarradas. Y lo mismo con el tablet. Pero sí que es verdad que soy más de pantalla grande, que me quedo con la tele.
JOTA: ¿Y qué pasa con el teléfono?
JACOBO: Pues alguna ha caído también, no voy a negarlo.
JOTA: Tú atacas por todos los frentes.
JACOBO: ¿Para qué voy a negarlo? Si ya saben cómo soy.
JOTA: No pasa nada, es un gesto de valentía admitirlo. Gracias por colaborar. Pasamos a Jordi.
JORDI: Yo he levantado la mano porque como todos, o como casi todos, también lo primero que hice, sexualmente hablando, fue una pajilla. Pero si he de ser completamente sincero, mis primeros contactos, aunque fueron más un juego de niños que otra cosa, se remontan a mucho más atrás. La primera vez que me toqué tendría 13 o así y lo que voy a contar pasó antes, con 8 o 9 años.
JOTA: Adelante.
JORDI: Nunca he sido muy precoz, ni en el sexo ni en nada, y la verdad es que conforme pasan los años me alegro que haya sido así porque te das cuenta de que si ciertas cosas hubiesen sucedido antes no habrías estado preparado. O eso opino yo. El caso es que cuando teníamos 8 o 9 años algunos de mis amigos ya sabían cómo iba todo eso del sexo, como se follaba, las cosas que te hacían las tías y las que les podías hacer tú a ellas… O eso pensaban ellos. Y yo, que como digo no era ni muy precoz ni muy espabilado, en nada, aunque a decir verdad todo era fruto de un desinterés creo que sano, me contagiaba de todo lo que decían y de sus “lecciones”. No sé cuántas veces pasaría lo que voy a contar, ni siquiera sé si pasaría más de una vez, yo no fui testigo más que de una. Estábamos tres de los cinco o seis que nos solíamos juntar en casa de uno de ellos, el más espabilado, en todo, y estábamos aburridos sin saber qué hacer cuando de repente ese chico planteó algo: ¿por qué no follamos? Yo ya había escuchado esa palabra pero todavía no sabía bien que significaba, es más, durante un tiempo pensaba que ligar y follar era lo mismo, así que ya podéis imaginar lo puesto que estaba. Otro amigo le respondió que vale, que sí, que se animaba a follar. A “follar”. Aunque bueno, yo, que me dediqué en exclusiva a observar lo que hacían ellos, debo decir que porque éramos unos macacos y se nos iba la fuerza por la boca y no teníamos ni puta idea de nada sino esa tarde esos dos se dan por el culo.
JAVIER: Joder.
SILVIA: Tan pequeños y ya hechos unos guarros. Si es que no tenéis arreglo.
JOTA: Y dices que tú solamente mirabas.
JORDI: Sí, sí, yo siempre he sido muy tímido, no me llegué ni a desabrochar la bragueta, casi ni los miraba. Me usaron un poco para vigilar por si venía alguien. No recuerdo mucho más pero no he podido olvidar la imagen de uno de ellos a cuatro patas y el otro yendo por detrás diciendo es que por el culo es muy difícil, como si fuera un experto. Repito, teníamos 8 o 9 años…
JOTA: ¿Te excitó esa experiencia?
JORDI: No, no, no. Nada de nada. Para cuando di mis primeros pasos en serio ya casi no me acordaba de eso y eso que, bueno, viví otros momentos parecidos…
JOTA: ¿Con otros chicos?
JORDI: Siempre con chicos. Es que no sé los demás pero cuando yo tenía 14, 15, 16 años, era habitual que quedásemos, o que quedasen, para pasar la tarde… bueno, ya sabéis… como aquí el amigo Jacobo.
JOTA: Te refieres a que tus amigos se reunían para masturbarse.
JORDI: Sí. A lo mejor quedabas para otra cosa, ¿no? estudiar, hacer deberes o un trabajo, jugar a la consola, y raro era el día que no acababas con el pantalón por los tobillos.
JAVIER: Madre mía.
SILVIA: Unos guarros todos, no te digo.
ANA: Es que los tíos son así.
JOTA: Dos apuntes: entiendo que tú no participabas de manera activa en esas reuniones y, dos, ¿cada uno se lo hacía a sí mismo o…?
JORDÍ: Cada uno a sí mismo, sí, sí. Por lo menos en las que yo estuve no pasó nada raro.
MARISA: Un montón de chicos tocando la zambomba ya es bastante raro, te lo aseguro.
JOTA: ¿Algo más que añadir?
JORDI: No. Creo que eso es todo. No sé.
JOTA: ¿Alguna anécdota más?
JORDI: No sé. No. Bueno, me acabo de acordar de otra con el mismo chaval de la anterior.
JOTA: ¿El espabilado?
JORDI: Ese. Aparte de espabilado siempre estaba muy salido, todo hay que decirlo.
SILVIA: Pero él y tú y todos.
JORDI: Bueno, el caso es que cuando ya éramos un poco más mayores, con 17 años, algunas noches hacíamos como ha contado ella, nos íbamos de fiesta a casa de alguno y siempre acabábamos poniendo guarradas en la tele y el tío este nunca, nunca, nunca aguantaba sin sacársela y enseñárnosla.
MARISA: Tenía afán exhibicionista el tío.
JAVIER: O estaba muy orgulloso de ella.
JORDI: No sé pero siempre hacía lo mismo. Decía que se ponía muy cachondo y ala, picha al aire. No contento con eso, recuerdo que más de una vez se puso pesado porque decía que tenía que… tocarse, que no aguataba más, que la peli le había puesto muy caliente y tenía que aliviarse.
SILVIA: Y se la cascaría delante de todos, mientras os hinchabais a cubatas.
JORDI: Si por él hubiese sido lo hubiese hecho allí mismo, pero los demás siempre lo obligábamos a irse al baño, incluso a la calle, y normalmente se callaba, se le pasaba y todos tan panchos. Nunca llegó a hacerlo delante de los demás. De hecho, yo nunca lo vi… Bueno, me acaba de venir a la memoria algo…
JOTA: Vaya, menudo ejercicio mental estamos haciendo hoy.
JAVIER: Miedo me da.
SILVIA: Y a mí. A ver con qué nos sale ahora.
JORDI: Estábamos en casa de un amigo que estaba arreglando algo, una bicicleta o una moto, no lo recuerdo bien, y su padre siempre había tenido muchas revistas porno, y cuando digo muchas hablo de sacos y sacos llenos hasta arriba.
JACOBO: Quién las pillara.
SILVIA: Macho, lo tuyo es un no parar.
JACOBO: ¿Qué pasa? Me gusta el porno antiguo, es mucho más natural que el actual.
MARISA: Míralo, si habla como un entendido y todo.
JACOBO: Porque es verdad.
JORDI: Yo nunca había ido a casa de aquel chico pero a mi amigo, el espabilado, le fascinaba ir.
JOTA: No hay que ser muy listo para adivinar la razón.
JORDI: Claro. Cada vez que iba, el chico dueño de la casa, y de las revistas, le daba vía libre para que hiciese lo que quisiera.
JAVIER: A mí tan sólo se me ocurre una cosa.
JORDI: Y a él también. El caso es que recuerdo que esa vez, tanto mi amigo, el espabilado, como yo nos sentamos en un sofá a echarle un ojo a las revistas mientras que el otro continuaba liado con la bici o lo que fuera que estaba reparando. Yo estaba cortadísimo y las miraba casi por encima, me horrorizaba empalmarme delante de ellos… Pero mi amigo no se cortó un pelo.
MARISA: A ver, sorpréndenos.
JORDI: Cuando me quise dar cuenta, el tío estaba con el pito en la mano, pelándosela como un mono en celo. Y a mi lado, claro.
JAVIER: ¿Y no te diste cuenta antes?
JORDI: Lo vi cuando lo vi. Yo estaba mirando las revistas también. Yo que sé.
JACOBO: Joder, pues que silencioso era tu amigo.
JORDI: Sí. Y acabó y todo, ¿eh?
JOTA: Vale, vale, no es precisa tanta información. Te agradezco enormemente que nos hayas contando esa historia pero creo que no hace falta ahondar más. Hemos pillado el trasfondo. Muchas gracias, Jordi. Javier, tú ya nos has avanzado bastante, no sé si quieres añadir algo más.
JAVIER: Pues poco más. Lo que ya he dicho que empecé masturbándome pero que no fue viendo nada sino porque me lo pedía el cuerpo y que tardé bastante en descubrir el porno; estoy hablando de que la primera vez sería con 13 o así y si no tenía 16 cuando vi la película esa que os he contado que escondía… Tardé bastante, la verdad, y tampoco es que luego haya sido un aficionado acérrimo. Me he visto un vídeo cuando he estado más… a pan y agua y apaga y vámonos. Nunca me ha interesado más allá de para lo que es, vamos, para lo que yo creo que es o para lo que yo lo he usado: descargar cuando no te queda otra y listo.
JOTA: ¿Esa ha sido toda la influencia que ha ejercido sobre ti?
JAVIER: Diría que sí. Solamente lo he usado, o lo uso, en ocasiones muy puntuales, así que creo que no ha tenido mucha importancia en mi vida.
JOTA: Perfecto. Y llegamos a Ana. ¿Estás preparada?
ANA: Que yo no voy a contar nada.
JOTA: Venga, no empieces a remolonear otra vez. Si has dado un paso muy importante casi sin proponértelo. ¿Tú sabes lo que le cuesta a algunas chicas admitir que consumen pornografía?
ANA: Bueno, pero no voy a decir nada más. Ya he dicho bastante.
JOTA: Entiendo que el primer día alegases que tus padres te habían obligado a venir en contra de tu voluntad, igual que entiendo que ese primer día estuvieses más avergonzada, pero lo que ya no cuela es que hayas vuelto en lugar de decirles a tus padres cualquier patraña para poder irte a cualquier otro sitio y que te sigas negando a hablar.
ANA: No te entiendo.
JOTA: Pues que el primer día vendrías obligada pero hoy has venido porque tú has querido.
ANA: Porque yo he querido no, porque me siguen obligando.
JOTA: Y te han traído hasta el colegio, y te han metido en el aula agarrándote por una oreja. Anda ya. Venga, que estamos en familia, no le des más vueltas y di lo que te apetezca.
ANA: Es que no me apetece decir nada.
JOTA: Decías que tú, como la mayoría de los chicos asistentes, empezaste con el porno.
ANA: Pero no empecé a masturbarme, ¿eh? Ojo.
JOTA: ¿Ves? Por eso mismo tienes que participar, porque te da la opción de explicarte y de rectificar. Empezaste con el porno pero no te masturbaste. ¿Qué empezaste a hacer con el porno entonces?
ANA: Pues empecé a aprender.
JOTA: Aprender.
ANA: Es que si en las clases no te enseñaban nada…
JOTA: Ya. ¿Estás de acuerdo con tus compañeros en eso también?
ANA: ¿Con qué?
JOTA: Con que en el colegio te hablan muy poco de sexo.
ANA: Pues claro.
JOTA: ¿Y realmente el porno supone un buen método para aprender?
ANA: Es que si no te queda otra…
SILVIA: Siempre están las amigas.
JAVIER: Pero si todas estáis igual…
SILVIA: Eso sí.
JOTA: Pero bueno, siempre hay alguien que da el primer paso y que más o menos va orientando a los demás, ¿no? Pero si esa figura no existe en un grupo, es lo que hablamos, ¿qué nos queda?
ANA: El porno.
JOTA: Tu educación sexual es el porno.
ANA: La mía, la de este, la de aquel y la de todos.
MARISA: Perdona, la mía no.
SILVIA: Ni la mía. Al menos no tiene tanto peso como en la tuya.
JAVIER: Pero también está presente. Es que no se libra nadie.
SILVIA: Ya pero…
ANA: Si no hubiese sido por las pelis, anda que hubiésemos aprendido mucho.
SILVIA: Estaban las amigas.
ANA: Y dale con las amigas. ¿Y si, como dice él, ninguna de tus amigas hubiese sabido nada? Todas hubieseis tenido que partir de cero.
JAVIER: O de la base que tuvieseis.
JORDI: Que si no era cero, era uno o dos.
JUANPE: O no era.
JOTA: ¿Te importaría concretar, Juanpe?
JUANPE: Pues que si no podíamos contar con que nuestros amigos nos diesen pistas de como se hacen las cosas, recurríamos al porno y, claro, quizás estemos olvidando algo que a mí me parece trascendental: estamos hablando de cine, o si alguno no quiere llamarlo cine, cuanto menos está grabado, hay cortes, ensayos, efectos, las personas que salen son actores, vale que sus guiones no son precisamente para quebrarse la cabeza pero está actuando al fin y al cabo, son elegidos para actuar delante de una cámara. Y llega cualquier chavalín de 11 o 12 años, sin puta idea de nada, se pone una película y lo primero que ve es eso y se está haciendo una idea equivocada. Dices que lo usaste para aprender, ¿aprender de algo que es mentira? Que es artificial, que no sabes distinguir lo que es verdad de lo que es falso…
JOTA: No le voy a restar méritos a Juanpe, tampoco quiero restármelos yo porque ya había llegado a esta misma conclusión, pero acabáis de ser testigos de la clave de lo que os pasa. E insisto: es todo un mérito que Juanpe haya llegado a esa conclusión. Porque estáis obviando algo muy importante, mucho más que no ser capaces de daros cuenta que el porno es ficción como puede serlo cualquier otro género cinematográfico. Y es que os habéis saltado un escalón y de los amigos habéis pasado a las pelis, cuando debería haber, al menos, otros dos escalones por delante de los amigos, y cuya ausencia es, como poco, lamentable, triste y de consecuencias tan insólitas como pueden ser cada una de las historias que he escuchado de cada uno de vosotros. Uno de esos escalones es el colegio, que como ya habéis dicho ni trata el tema como desearíais y pasa de puntillas en muchos y muy diversos aspectos. El otro escalón, tan fundamental como el anterior, son los padres, que no dejan de ser una víctima más de lo no aprendido en el colegio pero que terminan aprendiendo por su cuenta, sino no estaríamos aquí ahora mismo. Si nadie, ni en el colegio ni en casa, nos cuenta cómo funciona el sexo, ¿qué nos queda?
SILVIA: Los amigos.
JOTA: ¿Y si los amigos están tan verdes como tú?
ANA: El porno. Pero vamos, que será mentira y serán actores y todo lo que queráis pero cobran una pasta por hacer lo que hacen, no van a hacerlo gratis. Ya me gustaría a mí.
SILVIA: Pues te iba a ir bien a ti…
JACOBO: Madre mía, qué calor me ha entrado de repente…
MARISA: Pero Ana, cariño, si ni siquiera disfrutas de los polvos de la vida real, ¿cómo vas a querer meterte en eso? A follar en público.
ANA: ¿He dicho yo que me quiera meter en eso? Es que le dais la vuelta a las cosas, ¿eh? Por nada del mundo haría esas cosas, sería incapaz. He dicho que ya me gustaría a mí que me pagaran una pasta por trabajar, no hacerlo delante de todo el mundo. Y tampoco es follar en público.
JOTA: Os planteo una cuestión. ¿A cuántos de vosotros os gustaría dedicaros a ser actor o actriz porno?
A todos los chicos, excepto a Javier.
A ninguna de las chicas, incluida Ana.
JOTA: Supongo que no sólo os atrae la idea de ganar dinero. Es evidente que el sexo también tendrá un peso importante en vuestra elección.
JACOBO: Es que aunque no me paguen…
JUANPE: Con tal de conocer tías…
SILVIA: Sí, con tal de mojar el churro… Vaya panda, de verdad.
JOTA: Bueno, ahora os planteo otra cuestión. Si una persona os está ofreciendo dinero para que os desnudéis y practiquéis sexo, aceptáis, os graba, ese vídeo se sube a internet, se os puede ver desde cualquier punto del planeta y ese vídeo genera beneficios, ¿cómo podríamos llamar a eso? Y no estoy diciendo que sean lo mismo, aviso.
ANA: No me entero.
MARISA: Pues está bien clarito.
JOTA: ¿Ah sí?
MARISA: Es lo que siempre he pensado yo sobre eso.
JOTA: Vaya. ¿Entonces qué? ¿Alguien más aparte de Marisa?
JORDI: Es que me he liado un poco. ¿Podrías repetir lo que has dicho?
JOTA: No, voy a simplificarlo porque quiero ir al grano. Si una persona paga para tener sexo, ¿cómo se llama a la persona que se lo ofrece?
JULIO: Puta.
ANA: Joder.
MARISA: Es que es eso. ¿Cómo lo vas a llamar si no?
ANA: Pero es que no es lo mismo, ¿eh? Estáis muy equivocados.
JOTA: Yo no he dicho que sea lo mismo.
ANA: Pero ellos sí.
MARISA: Yo si lo digo.
JOTA: Pero yo no. Ahora bien, comparemos ambos trabajos. A la prostituta, tú, yo, cualquiera, le pagas y consiente tener sexo contigo a cambio de ese dinero. Un director de cine porno, o cualquiera que disponga de dinero, elige a una chica, o a varias, a un chico, o a varios, les ofrece dinero por grabarlos mientras follan y si acceden…
MARISA: Están prostituyéndose.
JAVIER: Es otra manera de hacerlo, sí.
SILVIA: Pues es verdad, macho. No había caído.
ANA: Pues a mí no me parece que sea lo mismo. Ni de coña, vamos.
JACOBO: Hombre, no será lo mismo para el que lo haga gratis.
JUANPE: O para la que lo haga gratis.
JOTA: Que los habrá, tanto ellos como ellas, pero en general se les paga, aunque no entremos en si se les paga bien o no, solamente con que reciban dinero a cambio de tener sexo con alguien que no conocen de nada ya se puede establecer la comparación.
ANA: Pues no estoy de acuerdo.
JORDI: Pero vamos a ver, un tío va a buscar a una puta, negocian, llegan a un acuerdo, le paga y follan.
JOAQUÍN: Y en el porno es igual.
JORDI: Está claro, joder. Es exactamente igual.
SILVIA: Igual no, porque encima de que te estás vendiendo te graban y lo suben en internet para que te vea todo el mundo. Y dices que no es hacerlo en público. No, es peor porque te puede ver todo Dios.
ANA: Yo no he dicho nada…
JAVIER: Es que es eso. Cuentas con un público potencial de millones y millones de personas de todo el mundo. Todo el mundo acaba viendo como te has vendido… Es lo mismo. La prostitución estará peor vista o lo que sea pero es lo mismo. Aunque irte de putas, visto lo visto, al final va a ser algo más discreto…
JOTA: Que conste que no estoy criticando nada, ni siquiera la prostitución, que es un debate que puede ser muy denso y apasionante, pero ya veis que casi todos hemos llegado a la misma conclusión.
ANA: Yo no.
SILVIA: Pero por llevar la contraria.
MARISA: Porque le gustaría ser actriz porno.
JACOBO: Pues le iba a costar adaptarse.
ANA: ¿Qué dices tú de adaptarme?
JACOBO: Pues que si no te gusta follar ni con los tíos que tú misma eliges…
JUANPE: Imagínate en una peli: llega el tío, como máximo dos besos y al minuto siguiente, ala…
JOAQUÍN: Pollazo.
JOTA: Joaquín.
JOAQUÍN: Perdón.
JAVIER: Pero tiene razón, no es que haya muchos preliminares…
ANA: Es que yo no he dicho que quiera ser actriz ni nada de eso. No sé por qué la habéis tomado conmigo.
JOTA: Nadie la ha tomado contigo, tan sólo estamos comparando. De todas formas, si en lugar de empezar a hablar del porno hubiésemos mencionado la prostitución desde el principio, ¿habrías dicho lo mismo? ¿También habrías dicho que te encantaría ganar tanto dinero como esas mujeres?
ANA: ¿Cómo quién?
JACOBO: Como las putas, joder.
ANA: Pues claro que no. Es que una cosa es ser puta y otra hacer porno.
SILVIA: No se ha enterado de nada.
MARISA: Qué generación…
SILVIA: No hay futuro, ¿eh? Ya me puedo olvidar de tener pensión.
JOTA: Lo que te pasa, Ana, lo que os pasa a todos, es que os habéis educado con el porno y no sabéis distinguir entre porno y sexo. Sois los hijos del porno. Todos lo somos. Y solemos confundir ambas palabras creyendo que tienen el mismo significado y estamos muy equivocados. Tremendamente equivocados. Tengo pocos años más que vosotros, casi la misma edad que Silvia y Javier y, aunque sea en solidaridad para con el resto del grupo, no me voy a desvincular pues supongo que a mí también me afecta, como ya he dicho. Tampoco puedo, aunque quisiera hacerlo, que no quiero, porque como acertadamente habéis dicho cuando falla el colegio en una labor que le corresponde y la responsabilidad recae en unos padres que también lo pasan por alto sólo quedan los amigos y las películas. Pero llegados a este punto, ¿sabéis qué? aunque tengamos un amigo, o varios, que saben más que nosotros y de los que podemos aprender algo, la mayoría de ellos nos lleva ventaja porque ha conocido el porno antes que nosotros. No hay más, en eso se basa que él sepa más que nosotros. ¿Qué porcentaje de esos chicos y chicas que comentan que esto se hace así y lo otro asá, lo hacen por la buena educación sexual que le han dado sus padres? En el aula somos 10, hemos sido 12 en total y todos coincidimos en lo mismo: ni tuvimos lecciones en el cole ni charlas familiares. Alguno hay que aprendió algo de sus amistades pero como afirma Juanpe, muchas veces es como no saber nada, es más confusión que otra cosa, está apuntalado con palillos. Os voy a confesar algo: la otra noche soñé con vosotros, con todos vosotros, y me dio por buscar porno en internet, buscar las distintas categorías que había… La gran mayoría de vosotros encajáis en una de esas categorías. Quiero decir, ¿cuántas probabilidades hay de que todo el porno que habéis consumido desde la adolescencia, o desde la niñez, os haya convertido en lo que sois? ¿Quién me dice a mí, y a vosotros mismos, que lo primero que vio Julio no fue una película de tíos con pollas kilométricas, que existen, doy fe, y que por eso está acomplejado hoy? Tiene muchos puntos para que su complejo no tenga fundamento pero, ¿y sí se pasó años viendo vídeos semejantes? ¿Y si sigue haciéndolo hoy día? Lo mismo puede estar sucediéndole a Joaquín: puede ser que la primera imagen de sexo explícito que vio estuviese protagonizada por chicas entradas en carnes y que se obsesionara con ellas, que creciera con eso, creyera que montárselo con gordas era lo normal, empezó a ponerle o incluso creyó que eso era lo que le ponía sin ponerle en realidad y hasta hoy. Con Jordi pasa que le ha terminado afectando tanto lo que ha vivido como las películas que ha visto, o que ve.
JORDI: Pero tío, ¿qué dices? ¿Quién eres tú para decir la clase de porno que veo yo?
JOTA: ¿Me dejas tu móvil un segundo?
JORDI: Que no te dejo nada.
JOTA: Está bien, como quieras. Pero entiéndeme, no te molestes, no estoy afirmando nada con rotundidad, no es una verdad absoluta; tal vez esté totalmente equivocado, ojalá sea así, y no tenga nada que ver una cosa con la otra y vuestra forma de descubrir el sexo no sea el germen de lo que sois ahora, de los problemas, o de las dificultades que hoy os afligen. A lo mejor no es cierto que a Joselu le gustaran las extranjeras porque sólo veía vídeos de extranjeras o porque sus primeros escarceos estaban relacionados con extranjeras. No vamos a resolver ese misterio porque Joselu no está aquí y no va a volver. En cambio, aquí estáis los demás, podéis desmentir mi teoría si pensáis que es falsa.
JAVIER: No es falsa. O por lo menos yo no creo que lo sea.
JOTA: El primer apoyo. Tampoco estoy diciendo que todos me tengáis que apoyar obligatoriamente. Aquí nadie hace nada a la fuerza.
ANA: Si lo dices por mí, háblame sin rodeos.
JOTA: Tú lo has querido. Voy a decirte sin rodeos lo que creo que te pasa, el motivo por el que creo que no te gusta el sexo: te has educado sexualmente con el porno.
ANA: Oh, ¿no me digas? Qué descubrimiento. Te van a dar un premio Nobel de esos. Eso ya lo has dicho. Se supone que todos nos hemos educado de la misma manera.
JOTA: He podido decir que os habéis educado con el porno pero no he dicho que todos, del primero al último de vosotros, os hayáis educado con él.
ANA: Bueno, lo que tú digas. Entonces, qué es lo que me pasa, a ver. 
JOTA: Ya te lo he dicho, que te educaste con el porno en vez de educarte en el colegio o con tus padres.
ANA: Y yo ya te he dicho que eso ya lo has dicho.
JOTA: ¿Y qué pasa con muchas, por no decir la inmensa mayoría, del cine para adultos?
ANA: No lo sé. ¿Qué es una cochinada?
JOTA: Te lo puedo dar por válido pero no es la respuesta que buscaba. La inmensa mayoría del porno está hecho por y para hombres.
ANA: Otro notición.
JOTA: Si ya lo sabías tienes que entender que si está hecho desde la perspectiva del hombre, todo, hasta el más mínimo detalle, va a girar en torno a él. Y a sus miembros.
ANA: No sé si te sigo.
JOTA: Que es para ellos, para nosotros, para los tíos, para que lo pasemos bien nosotros y nuestros penes. He comprobado que muchos vídeos son vejatorios con las chicas, por no decir sencillamente que la pornografía en sí es vejatoria para las mujeres, no lo diré porque no quiero parecer que mi punto de vista es el único y el verdadero, y no estoy diciendo que sean vejatorios solamente los que pertenecen a esa categoría, que la hay, sino que todos me lo parecen. Es todo un desligue de machismo donde, y estoy hablando en general, no digo que todo el porno que existe sea así, enseñan a la mujer a ser sumisa y a hacer lo que le ordena el hombre, o los hombres en algunos casos, tratándola como un trozo de carne con varios agujeros donde insertar cualquier cosa que se nos ocurra, ignorando cualquier participación de ella más que la de producirle, producirnos, placer a nosotros. Imagina lo que puede pasar si una chica de, ¿qué edad tenías cuando empezaste a ver pornografía?
ANA: 12, 13. No sé…
JOTA: Pues imagínate que una chica con 12 o 13 años que en el terreno sexual únicamente va a disponer de la información que le han suministrado el colegio, sus padres o sus amigas, que como ya hemos visto hay muchas probabilidades de que esa información sea escasa, nula o poco acertada, lo primero que recibe como educación sexual, es decir, esto es sexo y se hace así, y el hombre hace esto y esto y también puede hacer esto otro, y la mujer tiene que hacer esto y lo otro y lo de más allá y se tiene que poner así y así, es una película porno; imagínate a esa chica como un papel en blanco cuyos primeros trazos son dibujados por algo que es mentira, que es cine, que hay una manipulación, un montaje, y que, para colmo, se hace denigrando el papel de la mujer en algo que es una cualidad común de los humanos, tanto del hombre como de la mujer; imagínate que esa chica asume que el sexo es eso y que, naturalmente, se hace como le ha mostrado esa película y siempre debe hacerlo así. No creo que te cueste imaginar que cuando llegue la hora de tener relaciones sexuales, esa chica va a recurrir a lo que ha aprendido. Y si tuvo la suerte de dar con una peli tierna, romántica, donde la pareja se trata de igual a igual… Pero ese estilo escasea, créeme, de hecho yo no he sido capaz de dar con ningún vídeo así. Ahora, antes de que dejes de imaginar, imagina que tú eres esa chica y que lo que te inculcó el porno fue que debías acceder a tener sexo con facilidad, como sucede en el porno, con cualquiera que te gustase, como sucede en el porno, y que debías hacerlo aunque no te apeteciera porque al chico de turno sí que le apetecía porque, a fin de cuentas, es lo que sucede en el porno y es lo que has visto y con lo que te has educado. Y que conste, no estoy defendiendo que mi planteamiento sea indiscutible, precisamente estamos aquí para discutir tanto como queráis, pero aunque es sólo una teoría, creo que concuerda con muchos puntos de tu caso.
MARISA: Como por ejemplo que no disfrutes teniendo relaciones.
SILVIA: O que digas que el sexo es para los tíos.
ANA: ¿Me estáis diciendo que no disfruto por culpa del porno que he visto? ¿En serio?
JOTA: Es una posibilidad, sí. Quizás vieses que las chicas son muy accesibles con los chicos que salen en esas películas e imitaste lo que viste. No digo que lo hicieses a propósito, estamos hablando de algo más profundo y enraizado, de un hábito adquirido que brota sin que seamos conscientes.
SILVIA: Es que si nunca te ha gustado y solamente lo haces por agradar al tío, todo está muy claro…
MARISA: Si además no pones muchas pegas para hacerlo…
ANA: ¿El qué?
JOTA: Es otro de los puntos que concuerdan. ¿O alguna vez has visto a alguna actriz, que es lo que son, resistirse a hacer lo que le piden? Y cuando lo hace es porque la peli pertenece a ese género: forzadas. Pues ahora imagina, y es ya la última vez que te lo pido, qué puede pasar si te topas con un chico que se ha educado viendo vídeos y vídeos de forzadas…
JAVIER: Yo lo veo claro. Me encaja todo lo que dices. Encaja con mi caso, vamos. Me acaba de venir a la mente algo y… Lo acabo de ver muy claro.
JACOBO: No jodas que creciste viendo incesto, tío.
JOTA: Dejadle que se explique. Cuéntanos.
JAVIER: Esa película de la que os he hablado antes, la que había por casa, era original, vamos que tenía su estuche y todo. Y acabo de acordarme de que dentro había una especie de catálogo y que también venía un cómic guarro,  no era un cómic, no sé cómo se llama, salían fotos reales y…
JOTA: ¿Una fotonovela?
JAVIER: Eso. Pues venían tres historietas, tres polvos vamos. Y uno de ellos estaba protagonizado por dos jovencitos, de 18 años según decían, y no aparentaban más, desde luego. Y, bueno, ya podéis imaginar que lazo familiar los unía…
JACOBO: Lo que yo decía. Incesto.
JOTA: Ni siquiera serían primos de verdad.
JAVIER: Ya, pero eso lo descubres cuando eres adulto, cuando estás metido hasta las cejas en una relación que no va a ningún lado. Con tu propia prima…
JOTA: ¿Crees de verdad que esa fotonovela tuvo algo que ver con lo que vino después?
JAVIER: Totalmente.

Ni siquiera Javier está a salvo. Tan sólo quedan Marisa y Silvia.

Justo en ese instante me ha dado por pensar en Lolo.

Un instante después me ha venido a la memoria algo: maduritas, madres, infidelidad.

Javier tal vez encaje en una sola categoría pero Lolo, quien me metió a la fuerza es esas dichosas reuniones, porque yo sí que fui a la fuerza y no Ana, encaja en unas cuantas.

JOTA: ¿Y bien? ¿Alguien quiere decir algo? ¿Alguien más lo tiene tan claro como Javier?

Lentamente, una mano ha sido alzada.

Julio.

JULIO: Supongo que a mí me pasó algo parecido.
JOTA: Pues cuéntanos.
JULIO: Pero no es algo que me pasase cuando comencé a ver porno, sino que es algo que todavía me pasa. Y es que no se puede comparar lo que tiene alguien normal y corriente, cualquier tío de la calle, con lo que tienen esos actores.
JACOBO: Es que no van a contratar a tíos que la tengan pequeña.
JULIO: O normal.
JOTA: Existen pero parece ser que no es lo habitual. Seguramente Julio, al comparar, como él dice, se haría a la idea de que estaba en desventaja con respecto a esos otros tíos que, como dice Jacobo, son fichados, precisamente, por el tamaño de sus penes. Y aun así, Julio, no hay que creerse todo lo que sale en esas pelis, quién te dice a ti que esa polla que te hace suspirar de envidia es real. Podría estar operada.
SILVIA: ¿Operada?
JOTA: O manipulada de alguna manera, no lo sé. El caso es que no hay que creerse todo lo que vemos, pues está grabado, ni siquiera aunque no tenga corte alguno. Y en cuanto veáis un corte, ahí, en ese punto, tenéis un foco de manipulación gigantesco. ¿O de verdad creéis que todos los que aguantan una hora dándole que te pego, tanto ellos como ellas están realmente una hora? Los habrá, por supuesto, pero una de las posibles manipulaciones que podemos encontrarnos en un corte es esa, que lo que vemos grabado no se haya grabado del tirón ni en un día. De hecho, es lo más lógico en el cine, se trabaja por jornadas muy intensas de las que se extrae poco material válido. Aunque, claro, estamos hablando de un cine mu especial… Tanto que no sé si considerarlo como tal. En fin, cambiando un poco el rumbo, le voy a hacer un homenaje a Jaime aunque no esté y de paso tocamos el conflicto de Juanpe. Esta es una pregunta para las chicas: ¿os gustan grandes?
MARISA: Yo ya me pronuncié.
SILVIA: Me gusta la de mi novio. Si la tuviese grande, que no estoy diciendo que la tenga pequeña, me gustaría.
JOTA: Y si la tuviese pequeña, me imagino, que también te gustaría.
SILVIA: Claro. Me gusta porque me gusta todo de él, porque me gusta él.
MARISA: A mí, en general, como ya dije, es un tema que me importa poco. Así que diré que me gustan, sin más.
JOTA: Brillante. Gracias Marisa. Silvia. Ana, ¿tú no dices nada?
ANA: Si ya lo has dicho tú todo.
JOTA: ¿Yo? Aquí habla todo el mundo por igual y creo que no soy el que lo dice todo.
ANA: No he dicho que seas el que lo dice todo, digo que para qué voy a decir nada si ya habéis hablado por mí.
JOTA: ¿De verdad que hemos hecho eso? Pues no me he dado cuenta. Pero mira, ya que lo dices, ahora sí que voy a hacerlo a propósito. Creo que te gustan grandes porque es lo que has visto.
ANA: ¿Ves? Para qué voy a decir nada…
SILVIA: Pero si te está dando la oportunidad y la rechazas.
JOTA: También creo que a la hora de la verdad, y si has llegado a estar con alguien que la haya tenido grande, y teniendo en cuenta tu experiencia supongo que sí, habrás concluido que no es para tanto porque, como con cualquier otro chico con un pene de tamaño normal, fuiste incapaz de pasártelo bien.
ANA: Qué listo eres, lo sabes todo tú, ¿eh? No te hace falta que nadie diga nada, si es que tengo yo razón.
JOTA: Es una opinión.
ANA: Pues es una opinión de mierda.
JOTA: Puede ser. Lo que opino no tiene por qué ser de sobresaliente, ni siquiera tiene que ser cierto.
MARISA: Pero si has estado con tíos bien armados y si nunca has logrado disfrutar del sexo…
JAVIER: Blanco y en botella.
JOTA: Lo que acaban de decir ellos también son opiniones, las suyas, opiniones de mierda quizás. ¿Quieres matizarlas?
ANA: No.
JOTA: Muy bien. Como veas. Pero quiero que sepas que esto no va de atacarte, ni a ti ni a nadie. Puedo empezar a hablar de cualquiera que no por eso significa que esté atacándole, es más, os apuntasteis a estas reuniones solicitando ayuda y no he hecho otra cosa desde el primer día que procurar facilitárosla aunque tan sólo haya sido escuchándoos, con toda mi atención, eso tenedlo claro. Ana, ¿te gusta el cine? Seguro que sí. ¿Te crees todo lo que pasa en las películas de guerra, por escoger un género? No, ¿verdad? Todos esos tiros y esos muertos y esos litros de sangre no son reales, ¿verdad? Pues por qué hemos de creernos lo que pasa en el porno entonces, si es un género cinematográfico más, ¿no? Nos lo creemos porque están actuando de un modo un tanto peculiar; para empezar están desnudos y para seguir están haciendo algo que, no es que deba hacerse en la cama, a oscuras y los sábados por la noche, no soy tan mojigato, pero si reducimos el sexo a lo que es, una función natural más como tantas otras tiene el cuerpo humano, el porno se convierte en algo ridículo. Pensad en cualquier otra cosa que hagamos cotidianamente. Comer por ejemplo. Pongamos en la misma balanza follar y comer, tratémoslo como si fuesen funciones semejantes, que lo son, aunque nos cueste verlo: si no comemos nos morimos, si no procreamos nos extinguimos. ¿Veis? Es exactamente lo mismo. Bien, imaginad a una pareja, o a un grupo de personas, lo que se os antoje, alrededor de una mesa, comiendo. ¿Os excita eso?
JACOBO: A éste le excitaría ver zampar a una de las gordas esas que le ponen burro.
JOAQUÍN: Qué tonto eres.
JAVIER: Es que por mucho que lo quieras equiparar no se puede.
SILVIA: El sexo excita.
JOTA: ¿Y comer no?
SILVIA: Comer gusta pero excitar, excitar…
JOTA: ¿Comer no te causa satisfacción entonces? Comes porque sí, sin apetito, sin que te agrade lo que comes, sin disfrutar, por ejemplo, de comerte un pastel de chocolate, cuando sacias tu hambre no sientes placer. ¿Es eso? Porque si de verdad me decís que no os gusta comer, soy yo el que tiene un problema y de los gordos. Y nunca mejor dicho.
JAVIER: A ver, que sí, pero que no es lo mismo.
JOTA: Pues si no es lo mismo, debería serlo. Porque como hemos dicho comer y mantener relaciones sexuales son funciones básicas que todo el mundo hace porque si no las hace se muere.
MARISA: Hombre, si no comes te mueres, sí, pero si no follas…
JUANPE: Revientas.
JAVIER: Y si revientas te mueres. Pero estamos hablando de reproducirse, y, vale, hemos aprendido a practicar sexo por placer, no para que sobreviva la especie, pero si lo enfocamos desde ese punto, si no nos reproducimos, morimos. Tiene razón, sí.
JOTA: Lo que trato de haceros ver es que para empezar deberíamos considerar el sexo como un tema más y los primeros que deberían hacerlo son los profesores o los encargados de condicionar temarios y demás. Se debería empezar a normalizar desde el colegio. Por supuesto, si ese primer eslabón estuviese bien formado, el segundo, que son los padres, también lo estarían porque estarían bien educados y podrían educar de igual modo a sus descendientes. Como veis sería un bucle perfecto conformado por la sociedad al completo, lo que nos ahorraría el eslabón que sobra, el que está supliendo algo que deberíamos recibir sí o sí, una buena educación en general, y una buena educación sexual en particular. Ese eslabón que está de más es el porno.
SILVIA: Pues menos mal que nunca he visto demasiado…
MARISA: Lo mismo digo.
SILVIA: Ahora estaríamos bastante peor, creo yo.
JOTA: Y a pesar de que eso no lo tenéis fácil para escapar de su influencia. Antes estaban las revistas, y en muchas ocasiones ni siquiera era asequible hacerse con una. Ahora casi todo el mundo dispone de varios aparatos conectados a internet desde los cuales puedes ver contenidos pornográficos aunque no quieras.  Son ellos los que te asaltan a ti. Por eso decía antes lo de los móviles. Por eso te pedí el teléfono, Jordi, no tenía intención de ofenderte.
JORDI: No me has ofendido. Si tienes razón. No sé…
JOTA: ¿En qué tengo razón?
JORDI: En todo. Soy hetero pero me siento atraído por las pollas por todo lo que viví con mis amigos de pequeño. Y sí, tengo fotos de rabos en el móvil.
JACOBO: Vaya tela.
SILVIA: La gente está fatal.
JOTA: A ver. No os precipitéis. Tened muy presente que todo es una hipótesis, no tiene por qué haber sucedido como dices, Jordi, no es un experimento científico probado e irrefutable. Yo no puedo darte la razón, como tú has hecho conmigo, es más, no sé si tú deberías dármela porque desconozco si estoy en lo cierto, ¿entiendes? ¿Qué hay posibilidades de que sea verdad? Creo que sí pero no puedo confirmarlo. Si el colegio nos falló y nos fallaron nuestros padres, recurrimos a nuestros amigos, que sabían tanto como nosotros, y al final lo único que nos quedó, nuestro único referente, era una farsa, una recreación explícita y esclarecedora pero embustera al fin y al cabo. Y si al menos ese referente pudiese ser considerado como educativo, pleno, saludable, higiénico, real, todo sería mucho más sencillo, porque estaríamos reemplazando un eslabón por otro y además lo estaríamos haciendo por nosotros mismos con lo que eso representa para nuestra independencia personal, pero es que, amigos míos, estamos ante una burda representación, frente a una película, que ni es plena, ni saludable, ni higiénica y que, por encima de todo eso, no es educativa aunque hayamos tenido que aceptarla como tal. Lo que más me preocupa es la pasmosa sencillez con la que en la actualidad se puede acceder a la pornografía, como ya he dicho, hasta sin pretenderlo. Estás en internet y te bombardean sin piedad. Todo está conectado, todos lo estamos, de diversas y múltiples formas. ¿Qué le cuesta a un niño de 10 años meterse en cualquier página a ver lo que le dé la gana? Y como digo porno, digo violencia. A menos que esté vigilado o que su conexión esté filtrada por algún adulto responsable, el niño verá lo que le apetezca. Porque no es raro que los niños de 10 años tengan móvil, con lo que le estamos facilitando todavía más las cosas, si ya era sencillo, toma, te lo ponemos a huevo. Y mira, si ve cochinadas “normales”, pase, pero imaginad que le da por meterse a ver aberraciones… ¿Qué clase de adulto será? Y bueno, si no es por el móvil es por tablet o por el portátil, ese mismo niño puede tener las tres cosas, tampoco es nada excepcional. Tres ventanas abiertas 24 horas al día para descubrir todo un mundo a su entera disposición. Con todas estas nuevas tecnologías, en ese sentido, se tiene todo el porno del mundo al alcance de la mano más a mano que nunca, valga la redundancia, lo cual resulta, como poco, alarmante. Antes era complicado comprar una revista, una simple revista, ahora entrar en una web de contenidos X es un juego de niños. De 10 años, en concreto. No sé lo que habrá podido aumentar el consumo, vamos, no sé si habrá aumentado pero no me sorprendería nada porque llevamos internet en el bolsillo, lo usamos a diario, y por tanto la tentación está ahí y es mucho más fácil caer en ella y caemos mucho antes. Nos movemos con el porno en la mano, en el bolsillo, en la mochila, por lo que sí ha aumentado el consumo habrá sido en un porcentaje tan enorme que debe resultar impresionante. Tal vez también haya descendido la edad en la que tienen su primer contacto con el sexo, perdón, quería decir con el porno, y dudo mucho que ese contacto sea sano. A la larga ese niño del que hablo se acostumbrará a ver guarradas y llegará un momento que estará tan familiarizado que ni le excitará, el morbo se apagará, se volverá una persona fría, su sexualidad de atrofiará…
ANA: Ala, ala, qué exagerado eres.
JOTA: Puedo emplear otro término si lo prefieres. No sé. ¿Cómo llamarías tú a lo que te pasa? ¿O a lo que le pasa a Joaquín? ¿O a Javier? A cualquiera de ellos, da igual.
ANA: No lo sé. Pero atrofiado no.
JOTA: ¿Averiado?
ANA: Bueno…
SILVIA: Pero si tiene razón. ¿Qué más da atrofiado que averiado? Es lo mismo.
ANA: Lo será para ti. Atrofiado suena a monstruito, joder.
JAVIER: ¿Y qué somos? Salvo Silvia y Marisa…
MARISA: Estás pasando por alto que he estado saliendo con un jubilado…
JAVIER: Bueno, pues todos menos Silvia, ya está, todos menos ella podemos considerarnos monstruitos. No hay que discutirle nada a Jota porque esté diciendo que nuestra vida sexual está atrofiada porque, ¿acaso es mentira que no funciona como debería funcionar? Uno tiene complejo de inferioridad y el otro de superioridad; a uno sólo le ponen las gordas y al otro sólo las guiris; uno se mata a pajas aunque tiene novia y al otro le gustan las pollas aunque es hetero; a ti no te gusta follar y lo haces porque a los tíos sí les gusta, tú la tienes grande pero follas como si estuvieras en una peli y yo he dejado preñada a mi prima. Lo dicho, a lo mejor atrofiar monstruitos son palabras que no te gustan pero la realidad es que se nos puede aplicar cualquier sinónimo de esas dos palabras, así que…
ANA: Bueno, que me da lo mismo, que no me gustan esas palabras. Joder, es que, tanto que criticabais el consumismo, la ropa y las modas el otro día, esto es igual, todo esto de los móviles y las tablets y todo eso va a ser lo mismo. Cuando la gente se acostumbre a llevar internet en todos esos aparatos pues dejará de ver porno. Es la novedad. Ya se pasará.
JOTA: ¿Tú crees?
ANA: Sí.
JOTA: Jacobo ya nos ha desvelado antes su experiencia. Si hacéis el favor de levantar la mano los demás para saber cuántos consumen cine para adultos por móviles o tablets.

6 manos.

5 si restamos a Jacobo.

Que vuelven a ser 6 si sumamos a Ana.

SILVIA: Joder, con la niña, y luego le molesta que nos llamen monstruitos.
JOTA: Nadie os ha llamado eso.
JACOBO: ¿Cómo qué no? Si lo ha dicho ella.
ANA: Era una forma de hablar. Además, ¿no ves que yo soy otra monstruita?
JOTA: Nadie es un monstruito. Pero comprenderás que no estamos ante algo que acaba de llegar, no estamos en fase de adaptación, no, estamos en la fase siguiente, recolectando las consecuencias de la llegada de esa moda, una moda que se ha establecido, ya hace un tiempo, y que ha dejado de ser una moda para transformarse en algo esencial.
JAVIER: Es que una moda es algo pasajero. A ver quién es el valiente que se atreve a quitarnos ahora el móvil…
SILVIA: Era una moda y ya pasó. Ahora es una costumbre más.
JAVIER: Claro. A ver quién se atreve…
JOTA: Una moda es algo pasajero, Ana, ya lo has oído. Disponer de tanto aparatito conectado a internet, no. Por desgracia. ¿Sabes qué ocurre siempre con las modas? Que siempre hay un pionero, alguien tiene que ser el primero en llevarlo, y ese, por norma general suele ser incomprendido, criticado y hasta objeto de burlas. Después otros seguirán a ese pionero y ya no estará solo. Aun así ciertos grupos se reirán de todos ellos. Un poco más tarde esos mismos grupos acabarán cediendo y se subirán al carro, desmemoriados ya de lo feo y ridículo que les parecía tal o cual producto y que se rieron y mofaron del que lo llevaba. Funciona así, esa es la mecánica de la moda. Pasó con los pañuelos palestinos, que ahora los venden en cualquier tienda; pasó con las zapatillas de lona, que primero eran de gente que pertenecían a círculos más alternativos y terminó llevándolas todo el mundo; pasó también con las gafas de pasta, con ciertos cortes de pelo, con camisetas de grupos de rock cuyos portadores ignoran la existencia de esos mismos grupos y seguirá pasando por los siglos de los siglos y con cualquier cosa que se decida lanzar al mercado. Pero no es lo que ha pasado con los teléfonos y con el uso de internet generalizado. Una moda, la que sea, llega, arrasa y se va. Esto ha venido para quedarse y la prueba de que lo ha conseguido es que hoy estamos todos aquí. Vosotros, yo, todos, somos los perjudicados, no sé si los primeros, los que estamos sufriendo las secuelas de que “eso” ha venido para quedarse y que nuestra vida ya nunca volverá a ser como era.
SILVIA: ¿Y qué podemos hacer para que no nos afecte?
JOTA: Nada me gustaría más que poder recetaros algo para que lo compraseis en la farmacia más cercana al salir de aquí pero me temo que no puedo facilitarnos ningún remedio, ni siquiera algo casero. En tu caso, Silvia, o en el tuyo, Marisa, creo que ya habéis empezado a discurrir por el buen camino: lo de una se curaba conversando largo y tendido y lo de la otra poniendo tierra de por medio. Con respecto a los demás, por una vez tengo que decir que soy yo el que tiene que decir no sé. Lo siento en el alma. Os recomendaría que a partir de hoy mismo redujeseis las horas que pasáis delante de una pantalla, ya sea de tele, de ordenador o de móvil, y, por supuesto, que abandonaseis por una temporada el consumo de porno, pero tampoco quiero pediros imposibles. Me conformaría con que salieseis ahí afuera y fueseis vosotros mismos, actuando como si no supieses nada de sexo más que lo que vuestros instintos naturales os indican pero es muy posible que estén…
ANA: Atrofiados.
JOTA: O averiados. Sea como sea sí que me gustaría que abrieseis vuestra mente y fueseis naturales. Tal vez sea tan sencillo como eso. Sois adultos y ya sabéis como funciona todo, lo habéis aprendido con algo tan artificial como el porno, vale, pero habéis aprendido, que es lo que cuenta, siempre y cuando seáis capaces de no ponerlo en práctica.
JAVIER: ¿En qué quedamos?
SILVIA: Te has liado, macho.
ANA: Normal, llevamos aquí metidos ni se sabe…
JOTA: Habéis aprendido lo que es el sexo por el porno. Y aquí habéis aprendido, o al menos eso espero, que el porno no es lo mismo que el sexo. Practicad pues sexo, no pornografía. Dejaos llevar, sed coherentes. Julio confía en ti, nadie es perfecto pero tener defectos no significa tener taras; Joaquín haz un repaso exhaustivo de todo lo vívido con tu novia y trata de ver si sigues estando enamorado de ella o no pero ten muy presente que los kilos no tienen nada que ver con el amor; Jacobo, tienes novia, céntrate en ella, en lo que puedes acariciar, oler, sentir, en lo auténtico y no en la mentira que te ofrece una pantomima a través de un cristal; Jordi, plantéate si te gustan las chicas y los chicos o solamente las chicas, o solamente los chicos, pero decídete y quédate en uno de los lados, no entre dos tierras. Quizás haber rememorado episodios pasados te haya despejado y te ayude a elegir; Javier, ya sabes que hay que ponerle solución a ese embarazo y a esa relación. Las dos cosas son insostenibles y lo sabes. Del mismo modo que sabes que no te van a faltar chicas y siempre vas a tener a esa chica al lado, puesto siempre va a ser tu prima. Ánimo; Ana, ¿qué más puedo decirte? No sé si acudir a estas reuniones te ha sido de utilidad, confío en que sí, pero en cualquier caso quiero pedirte que te relajes, que frenes y te tomes todo con más calma. Sal y diviértete, conoce a gente, conoce a chicos, pero no te acuestes con ellos si no te gustan aunque sea un poquito y, sobre todo, y si quieres que el sexo llegué un día a gustarte escoge a un chico que te guste de verdad, conócelo bien, a fondo y luego decide. Estoy convencido que tu dificultad se solventará. Lo adecuado es que estés a gusto y haciendo lo que quieras con quien quieras porque tú así lo has decidido, no porque nada ni nadie te lo haya impuesto; y Juanpe, ya ves que tenerla grande no da la felicidad. Parece que tenerla normal tampoco. Y es que da lo mismo lo que tengamos si carecemos de autoestima y estamos guiados por algo absolutamente frívolo y superficial. Cuando estés con una chica, actúa como eres tú de verdad, como Juanpe, no como el último actor que hayas visto. La vida, a veces para bien y otras veces para mal, no es una película, así que, por favor, os ruego que no actuéis. Sed vosotros mismos. Siempre.

Desconozco si mis palabras han permitido entrever una despedida. Siempre he odiado despedirme porque, en primer lugar, me gusta pensar que una despedida no es definitiva, aunque lo sea; en segundo lugar, nunca sabes con quien te vas a tropezar por mucho que te despidas de él para siempre.

Sea como sea, no puedo negar que el silencio que ha inundado el aula ha olido a un hasta que nos volvamos a ver.

Como mínimo.

Tampoco tengo idea de si los demás han podido olfatear y llegar a la misma conclusión que yo, tal vez por eso han guardado silencio, pero como he querido pensar que estaban recapacitando sobre el extenso discurso que les había soltado no he querido cederle demasiada importancia.

Odio las despedidas pero odio mucho más no saber en el momento de decir adiós, o hasta que nos volvamos a ver, así como me repatea no saber si la despedida será definitiva o no.

Y dentro de lo malo, lo peor no es esa incertidumbre, sino encontrarte con alguien que no deseas cuando creías que nunca más ibas a cruzarte con él. O con ella.

Y lo peor de lo peor es que no permitan que te despidas de alguien a quien te gustaría encontrarte pero va a ser complicado que suceda.

Así que, por si la suerte no me es favorable…

—Hasta que nos volvamos a ver. Ha sido un placer. Espero que todo lo que hemos hablado os sea de ayuda. Cuidaos. Muchas gracias.


SIGUIENTE CAPÍTULO: JOTA último día



1b27c5f1-584c-3923-b684-14597d8f5c0c

No hay comentarios:

Publicar un comentario