—No puedo hacer nada por ellos. Tienes que hacerte cargo. Tienes que volver
y decidir, verlo por ti mismo. Se escapa de mis competencias.
—Cálmate, Jota. Habrás tenido un mal día y por eso no te sientes con ánimos
para seguir.
—No, no, es que no quiero seguir y ya está. Hay un tío que ha dejado preñada a su prima, tío. Joder, ¿cómo voy a querer seguir? ¿Qué coño voy a decirle? ¿Qué se supone que debo decirle? Adelante campeón,
sigue follándote a tu prima, luchad por vuestro futuro, tened ese
niño y pasad de lo que diga la gente y sobre todo pasad de vuestra propia
familia. ¡Lolo! Es una locura, tío. Ese niño puede salir medio lelo. O
lelo entero. Tienes que volver.
—Si te pedí que hicieras el favor de sustituirme fue porque no podía hacerme cargo de ninguna manera. Y sigo sin poder. No puedo volver.
—Y se puede saber qué puñetas estás haciendo para no poder volver.
—Nada. Simplemente es que no puedo y ya está.
—Si todo es tan sencillo como que te has arrepentido antes de empezar
puedes decirlo, porque yo también me he rendido. He dado la cara tanto como he
podido pero ya no puedo más.
—Tienes que seguir yendo, tienes que moderar esas reuniones. Iremos a
medias con lo que me den.
—A medias… La madre que te parió. ¿Sabes lo chalados que están? No, no lo
sabes ni lo quieres saber pues aquí estamos otra vez, hablando porque yo te he
llamado a ti.
—Macho, no me saltes ahora con eso que estoy con Rita.
—Eso ya no cuela, Lolo, lo siento mucho. Me da lo mismo que estés con Rita
que con mi madre. Quiero que te hagas cargo de las reuniones. No quiero seguir.
No puedo. Vuelve, conócelos y decide qué haces, si te quedas o si también te vas. Si puedes echarles una mano,
estupendo, me alegraré un montón, pero yo renuncio.
—Ve el miércoles y después hablamos.
— ¿Cómo?
—Que hagas la del miércoles y después hablamos. Te llamo yo.
—Eso tampoco cuela. No sé qué mierda te mantiene tan ocupado que ni siquiera puedes
llamar para preocuparte de cómo ha ido un trabajo que tendrías que estar
haciendo tú pero no me creo que sea culpa de Rita. No tienes ni idea de las miserias que me está contando la gente,
no tienes ni puta idea. Esta gente está mal, tío, necesita ayuda profesional.
— ¿Y yo soy ese profesional?
—No he dicho eso.
—Entonces, ¿por qué insistes tanto en que me haga cargo?
—Porque has sido tú quien se ha metido en esto, no yo. Ya imagino que
no podrás hacer nada por ello, ya lo sé. Podrás hacer lo mismo que yo. O menos.
— ¿Menos?
—No parecen importarte mucho los problemas de esas personas.
— ¿Eso crees?
—No lo creería si por lo menos me hubieses llamado algún día después de las
reuniones. Con un mensaje me habría conformado. ¿Me escuchas? ¿Estás ahí?
—Sí.
— ¿Qué pasa?
—No sé. ¿Qué pasa?
—Te has callado de repente.
—Estaba hablando con… Rita.
—En serio, tío, al igual que tú me pediste que te sustituyera ahora yo te
pido que regreses y hagas tu trabajo. Yo no elegí meterme donde me he metido,
tenlo en cuenta.
—Pero es que los lunes y los miércoles, a la hora de las reuniones, tengo
otro compromiso ineludible, Jota. Por eso te pedí que me sustituyeras. No soy
tan inmaduro de meterme en algo tan serio como eso para
cambiar de idea de un día para otro.
— ¿Y qué compromiso ineludible es ese? Porque hasta el momento lo llevas
con un secretismo que no es normal.
—Bueno, es que todavía no puedo decírtelo.
—Vaya.
—Ya te lo contaré en persona.
—Para eso tendríamos que vernos.
—El lunes que viene iré contigo a la reunión.
—Para quedarte al mando, para que te lo ceda.
—Bueno, ya veremos.
—Te juro que como me des plantón o no te quedes esa gente se queda sola en
el aula. Ya me conoces, sabes que soy perfectamente capaz de hacerlo.
—Lo sé.
—No me falles.
—Que no.
—Lo que deberías hacer es pasarte el miércoles y salvarme la vida de una
vez por todas.
—Me es imposible. Muy precipitado.
—Hoy es lunes, faltan dos días. ¿Tan ineludible es el compromiso que
tienes?
—Sí. Si no lo fuese no tendría problema en ir el miércoles mismo. Tenlo
claro.
—Como tú digas.
—De todas maneras, creo que lo que te pasa es que has tenido un mal día.
Mañana, en cuanto duermas, verás las cosas de otro color. Todo se ve mejor
cuando se está descansado.
—Por esa regla de tres, tú debes de estar descansadísimo.
—Pues no sé…
—Te noto bastante relajado.
—No sé.
—Bueno, venga, pues te dejo. No te volveré a molestar pero a cambio quiero
verte el lunes sin falta.
—Allí estaré.
Lo creeré cuando lo vea.
La charla me ha dejado como estaba, con la carga adicional de haber
mantenido un rifirrafe con uno de mis mejores amigos y teniendo que volver el
miércoles a lidiar con las dificultades
para llevar una vida sexual plena de varios desconocidos de los que, no
obstante, estaba bastante informado ya de una parte de sus personalidades que la mayoría de personas
suele llevar con reserva y que a menudo funciona de un modo mucho más simple.
A veces hasta mecánicamente.
A veces hasta mecánicamente.
En fin, haré lo que me ha aconsejado Lolo: dormir y descansar. Al menos lo
intentaré. Hasta la próxima reunión me queda un día de tregua así que procuraré
aprovecharlo para desconectar.
Y a ver qué me depara la suerte…
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