JACOBO

La suerte me ha concedido una tregua. Un soplo de aire fresco y sosegado antes de lanzarme a los brazos de la tempestad. Obviamente, yo no sabía lo que el día de hoy me tenía reservado. Es más, cuando Jacobo ha entrado en el aula y ha expuesto su problema, no he podido hacer otra cosa que acomodarme en la silla y disfrutar de la experiencia que me han dado las tres jornadas que llevo a cuestas, ignorando por completo, tanto estar en medio de una tregua fugaz como el chaparrón que me iba a caer antes de marcharme a casa.

Trabaja de lunes a jueves por la mañana y por la tarde. Los viernes solamente por la mañana. Como los viernes tiene las tardes libres, al mismo compás que se repone del cansancio de toda la semana y espera para salir con su novia, Jacobo se entretiene de un modo un tanto especial.
—En cuanto termino de comer, a eso de las cuatro, me pongo a ver pelis porno hasta que voy a recoger a mi novia —nos ha contado.

No ha hecho falta que ahondase más. Todos hemos supuesto que no se limitaba a contemplar esas películas por amor el arte audiovisual. De todas maneras, y en vez de entrar a preguntarle, he permitido que continuase narrando.

Desde que empieza ese ciclo cinematográfico tan particular hasta que llega la hora de quedar con su chica suelen pasar cuatro horas, ha desvelado Jacobo. Cuatro horas en las que, al parecer, no hace otra cosa. Cuatro horas en las que nadie le molesta. Cuatro horas para él y su soledad más íntima.
—Cuatro horas que me las paso, ya sabéis… Creo que no hace falta que dé detalles —ha intervenido él, agitando el puño cerrado.
—Menudos bíceps debes tener —ha dicho Marisa, entre risas.
— ¿Pero no te cansas? ¿No te haces daño? —le ha preguntado Silvia.

Joaquín observaba atento y con la boca cerrada.

—Empecé a hacerlo para desahogarme —ha empezado a aclarar Jacobo sin contestar las preguntas de su compañera—. Al principio me costó mucho acostumbrarme al ritmo del trabajo, al horario, a la rutina. Así que la tarde de los viernes, desde la primera semana, me la tomé para descargar la fatiga acumulada.
—Fatigándote más —ha dicho Marisa.
—Ya os digo que era una forma de relajarme, así que no puedo decir que me fatigase. No sé —ha defendido el chico.
—Hombre, para todo el mundo eso es un ejercicio físico —le ha rebatido la mujer.
—Ya, ya, pero yo me lo tomaba también como una manera de desahogar la tensión acumulada durante la semana.
—Entendemos tu postura, Jacobo, tranquilo. Nadie te está juzgando —he querido recordarle—. Simplemente nos llama la atención tu aguante, incluso nos preguntamos si tanta masturbación no será perjudicial para ti.
—Pues no lo sé —ha dicho él como si le diese igual ese detalle.
— ¿No estás aquí por eso? —le he preguntado.
—No exactamente.

Jacobo ha acabado de relatar cómo ocupa la tarde de los viernes.

Después del maratón al que se somete llega el momento de ver a su novia: paseo, cena, a veces un par de copas y para finalizar se suben al coche y se dirigen al momento que él más teme.
—Casi no nos vemos en toda la semana, así que está deseando pillarme —ha explicado—. Pero claro, ella no sabe a lo que me dedico antes de verla.
—No digas más: no puedes hacer nada —se le ha adelantado Marisa.
—Ni siquiera me empalmo. Perdón por la expresión —ha puntualizado el joven para, a continuación, disculparse.
—Hay confianza, descuida —le he dicho yo.
— ¿Y cómo se lo toma tu novia? —ha querido averiguar Silvia.
—Esto me viene pasando desde hace unos meses, así que por el momento conserva la paciencia.
—Hasta que la pierda —ha vuelto a intervenir Marisa.
—Dices que te pasa desde hace meses pero, ¿cuánto tiempo llevas haciendo lo mismo? Lo de los viernes —he querido saber yo.
—Buff, yo que sé. El tiempo que llevo currando. Tres años y pico.

Los resoplidos y las risas se han entremezclado al escuchar esa respuesta. Para no jugarnos que el chico se tomase a mal la reacción del grupo he decidido atajarla por lo sano.
—No estamos aquí para reírnos —les he recordado a todos.
Joaquín parece no haber oído lo que he dicho y ha continuado mofándose del fondo físico de su compañero, por lo que he tenido que mirarle con seriedad hasta que se ha dado por aludido.
—Él es Joaquín y le gustan las gordas —he dicho después, señalando al mencionado, a modo de presentación y al mismo tiempo de regañina—. Ella es Marisa y lleva 20 años liada con un hombre que le saca 30. Se enamoraron cuando él era su profesor —continué—. Y esta es Silvia. Está a punto de casarse pero el amor de su vida ha regresado después de muchos años y le han asaltado las dudas. Ahora ya los conoces, a ellos y a sus problemas y ellos te conocen a ti y a tu problema —he concluido—. Tengo algo que preguntarte: lo que haces cada viernes, ¿te supone el mismo alivio que cuando lo hacías antes? Quiero decir que si te desahogas tanto como cuando empezaste a hacerlo —le he preguntado a Jacobo después.
—Pues para ser sincero, no —ha contestado el chico.
Tenerlo tan claro me ha despertado aún más la curiosidad.
—Pero sigues haciéndolo. ¿Por qué?
—A lo mejor la novia no lo deja contento —ha dicho Joaquín en lo que ha sido su primera intervención.

Al mirarlo para hacerle saber que me agradaba su participación, lo he descubierto con una expresión en el rostro que me ha distraído por completo de mi objetivo real: no estaba siendo honesto y el conflicto que ha llevado a su compañero a las reuniones de las que él ahora también forma parte le importan bastante poco. 

Ha dicho lo que ha dicho para importunar no para colaborar. No estaba siendo honesto.

He hecho la vista gorda, aunque guardándome el detalle para un momento más adecuado, para devolvérsela cuando estime conveniente.

—Tal vez Joaquín lleve parte de razón —he empezado a decir, porque en realidad, estaba de acuerdo con Joaquín en ese aspecto— y las relaciones con tu chica ya no te satisfagan igual, algo que podría deberse sin duda a tu afición al porno y a un exceso de masturbación.
—Pero tío, ¿no puedes parar? O sea, es que me cuesta comprender que teniendo novia prefieras tocarte mirando una pantalla en lugar de disfrutar con el cuerpo de una persona de carne y hueso. Es que no lo comprendo de ninguna manera. Ponerse cachondo con algo que es ficción. Porque todo es mentira, por si no lo sabias.

Las palabras de Marisa estaban tan cargadas de incredulidad como de seguridad en su postura.

Todo es mentira. Esa frase se he me ha quedado grabada en la frente.

El argumento de la mujer me ha llevado a salirme un instante del hilo principal.
—Por tus palabras entiendo que no sueles ver esa clase de películas —he dicho dirigiéndome a Marisa.
—He visto alguna, como todo el mundo, pero no, no hace mucho que no veo ninguna porque no me gustan —ha respondido ella.

—Como te decía —he retornado al afectado—, la falta de atracción hacia tu pareja tiene muchos puntos de que se deba a tus atracones de porno.

Y al sexo unilateral, he añadido mentalmente. 

—Pero es como nunca había tenido ningún problema —ha dicho él.
—Es que eso me parece un poco raro. O eres Superman o tarde o temprano tenía que pasarte factura —le he dicho.
— ¿Y en serio has estado haciéndote un millón de pajas y luego cumpliendo con tu novia? —ha preguntado una escéptica Marisa, provocando la risa de Silvia y de Joaquín.
—Sí. Bueno, tampoco es que el sexo entre nosotros haya sido nunca la bomba, pero lo que es cumplir, cumplía —se ha defendido Jacobo.
—Huy, eso de que no era la bomba ha sonado regular… —ha querido unirse Silvia.
—Es que si él ya va comido pues lo más lógico es que no se entiendan —ha vuelto a participar Marisa.
—Jacobo, ¿crees que lo que dice Marisa guarda relación con lo de que el sexo nunca haya sido la bomba? —le he planteado yo.
—Hasta hace bien poco, y aunque no éramos máquinas, pues más o menos íbamos saliendo del trance pero como he dicho antes, de un tiempo para acá estamos teniendo ciertas dificultades.
—Eso es que sí —ha sentenciado Marisa.
— ¿Qué significa eso, Jacobo? ¿Crees que lo que haces todos los viernes ha influido en tu vida sexual?
—No lo sé. No puedo decir ni que sí ni que no.
—No importa. Por eso estás aquí, ¿no? Para que te ayudemos a averiguarlo y a solucionar lo que te aflige. Si decides quedarte y volver el miércoles procuraremos por todos los medios que salgas de aquí con una respuesta clara y concisa.

Y tras la propuesta realizada a Jacobo, el último suspiro antes de encarar el par de escollos que se avecinaban.


SIGUIENTE CAPÍTULO: JORDI





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