LOLO

Lo más probable es que pueda parecer un desvarío y siendo honesto debo decir que ha sido un arrebato lo que me ha llevado en volandas desde el aula donde se celebran las reuniones hasta la misma entrada de la casa de Lolo.

La gasolina para el trayecto ha sido cortesía de Rita.

—No sé. ¿Qué nos pasa? Dímelo tú —ha dicho para arrancar el motor.

Y tras eso ha agregado que no les pasa nada, no que ella sepa, que al menos ella no diría que les pasa nada, que no sabe, que salvo que pasan juntos menos tiempo porque él tiene un trabajo que le ocupa unas cuantas tardes a la semana, quiere pensar que no les pasa nada malo. Eso es todo.

Eso es todo.

—Además que son sólo tres o cuatro tardes, ahora mismo no sé decirte—ha querido concretar después sin lograrlo.

Exactamente dos tardes, lunes y miércoles, de 18:30 a 20:00.

—Imaginaba que te lo habría contado —ha añadido después.
— ¿El qué?
— ¿Que va a ser? Lo del trabajo.
—No. Quiero decir que sí, que sí, que algo me había contado. He debido olvidarlo.
— ¿Te pasa algo?
—No, nada. Voy a pasarme por su casa. Quiero hablar con él de unas cosillas.
—Muy bien, como quieras. Pero hoy trabaja y tendrás que esperar a que salga.

Hoy es lunes y los lunes Lolo trabaja, claro.

Pero yo no estaba dispuesto a esperar más. Lo he esperado demasiado tiempo sin tener la menor idea de que lo estaba haciendo. Si no llego a descubrir que nos está mintiendo tanto a su novia como a mí puede que nos tuviese esperando el resto de nuestras vidas.

Al verme en la acera de su casa ha puesto cara de susto.

Aunque para susto el de ella.

Ella: 1,75, 60 kilos, melena oscura con mechas rojizas, gafas de pasta, pintalabios rojo, camisa blanca transparentando sujetador negro, pantalón vaquero ceñido, tacones.

Y alrededor de 45 años. Entre los 45 y los 50, me atrevería a decir.

Teniendo en cuenta que Lolo y yo tenemos la misma edad…

—Eres un puto embustero —le he soltado, sin mirar atrás, estimando que no habría nadie a mi espalda y que la señora de la que se acababa de despedir ya se habría alejado lo suficiente como para que no fuese testigo de mi repasata.
—Jota, deja que me explique, por favor —ha intentado hacerse oír él.
—No hay nada que explicar. Está todo bien clarito. He sido muy gilipollas hasta ahora pero ya se acabó. Se te acabó el chollo.
—Está bien, lo que tú digas, pero aun así déjame que diga algo.
—Cualquier cosa que digas únicamente va a servir para afear todavía más las cosas así que ahórrate las fuerzas. Seguro que habéis estado haciendo mucho esfuerzo físico ahí adentro. Necesitarás reposo.
—Jota, por favor, de verdad, deja que me…
— ¿Pero tú has perdido la cabeza? Eres un miserable, joder. No sé qué me duele más, tengo donde elegir: puedo quedarme con que estés engañando a tu novia, que me hayas enmarronado a mí o que hayas jugado con un montón de personas que precisan atención, que les escuchen, personas que no tienen nada que ver con todo esto.
—Y si no tienen nada que ver con esto, ¿por qué las involucras?
—Lolo, te advierto que no te voy a consentir ni media, así que no me toques los huevos. Te metiste en lo de las reuniones a sabiendas de que no ibas a ejercer de coordinador. Esa gente necesita, como mínimo, que la escuchen, te lo vuelvo a repetir.
—Ya te he escuchado la primera vez que lo has dicho. Pero vamos, que por lo que contabas el otro día no parece que escucharles valga de mucho.
—Vaya una sensibilidad la tuya, cuánta humanidad, que forma de involucrarte, en serio, hasta el fondo, ¿eh? Te importa una mierda lo que esas personas requieran porque todo era una excusa, un pretexto para poder follarte a esa tía, ¿a qué sí? Y como va a importarte esa gente, que no dejan de ser desconocidos, si ni siquiera te importamos tu novia o yo.
— Bueno, vale ya. ¿Qué quieres que te diga? Sí, sí, las reuniones eran una excusa. ¿Contento? Me apunté a ese trabajo de mierda para estar con Sandra.
—Oh, Sandra, vaya, así se llama. Tu coartada perfecta se llama Sandra y tiene, ¿cuántos años?
—43.
He fallado por poco, por un par de años.
—Tío, y en serio merece la pena arruinar toda una vida con Rita por cuatro polvos con alguien que te saca casi 20 años.
— ¿Me lo estás preguntando en serio? Follar con una madurita es el sueño de toda mi vida, tío. ¿Qué me estás contando?

Y justo cuando pensaba que Lolo no podía defraudarme más, ha taladrado las baldosas y el cemento de la acera, se ha introducido en el subsuelo esquivando ratas tuberías y desde ahí abajo ha pronunciado sus últimas palabras.
— ¿Yo que culpa tengo de que mi sueño se haya cumplido estando con otra persona?

He tenido que contenerme para no darle un puñetazo. Nunca me había pasado con semejante intensidad. Mucho menos con un amigo. Sentir ganas de partirle la cara a alguien con el que has compartido tantos momentos, sentir ganas de gritarle, de escupirle, de no volver a saber de él.

La vida es un desfile de sorpresas.

Por suerte, supongo, he preferido, o más bien me lo ha ordenado mi sentido común, dejarle allí pasmado, confiado en que era un incomprendido, luchando por redundar en una explicación que jamás iba a saciarme, con la duda de si volveré a dirigirle la palabra algún día.

Cuando he llegado a casa, un poco más sosegado, me ha dado por pensar en algo: Lolo podría haber sido otro de los asistentes a las reuniones.

Es cierto que habría roto la media de edad y que por ese dato estaría en el minoritario grupo formado por Marisa, Silvia, Javier y un servidor. No obstante, Lolo encajaría mejor en el otro grupo, sería uno más de ellos, uno que me tocaba de cerca y por dentro.

Para mí, tal vez por ser tan familiar, él es el peor de todos, quien está más hundido en la mierda.

Hasta el cuello.

Conforme los nervios se me han ido apaciguando, mirando el móvil cada dos por tres, peleando conmigo mismo para decidir si llamo a Rita para informarle de lo que está haciendo su novio o si, por el contrario, me arrojo por el balcón sin garabatear siquiera una nota de despedida, una pequeña descarga me ha llevado a sentarme frente al ordenador.

Una nueva descarga, aún más brillante y potente que la anterior, me ha llevado a teclear algo.

Soy joven y me lo monto con una madurita.

Pocos resultados, la mayoría de contactos sexuales.

Y la luz me ha cegado.

Tan sólo he tenido que borrar soy joven, algo que he hecho prácticamente sin pensarlo, sin ninguna intención en concreto, para ver esa luz venir hacia mí, a toda prisa, dispuesta a arrollarme si no me quitaba de en medio.

Los primeros resultados de esa nueva búsqueda eran pornográficos.

Y en el porno residía la clave.

He vuelto a escribir me lo monto con una madurita y después he añadido la palabra porno.

Los resultados no es que sean cuantiosos pero me suponen un hallazgo esencial. Si a la frase le cambiamos un detalle, uno solo, todo cambia de forma radical.

Follando con una madurita: más de 6 millones de resultados. Ni siquiera es preciso poner porno. De hecho, si lo hago, obtengo un éxito bastante menor.

Después me he dispuesto a hacer lo mismo con el resto del grupo, comenzado con Marisa, ya que la frase empleada con Lolo era tan válida para él como para ella. Únicamente había que cambiarle el género.

Follando con un madurito: 6 millones de resultados. Yendo más allá y atreviéndome a dar el paso de cambiar la palabra madurito por anciano, el número se reduce mucho pero ni por esas consigo evitar que me dé un vuelco el estómago con lo que veo en la pantalla.

Julio y Jaime. Follando con una polla pequeña, follando con una polla grande. Los resultados son similares, para mi sorpresa, aunque obviamente, abundan más las grandes que las pequeñas y los vídeos donde salen estas últimas son considerados prácticamente extravagancias.

Follando con gordas: 1770000 resultados. Follando con obesas: 1200000.

Con Jordi he tenido un poco más de complicaciones porque no he sabido como ajustarme a su caso. Quizás me he ido a lo fácil por no saber bien de qué estamos hablando. Por supuesto he dado con vídeos de supuestos chicos heterosexuales montándoselo con supuestos chicos gais, heteros probando pollas, heteros curiosos que se dejan chupar hasta el final, heteros que se libran de su novias para follarse a un gay, etcétera, etcétera, etcétera. Pero me he decantado por lo sencillo, insisto, y he escrito bisexual porno.

Rozando los 15 millones de resultados.

Joselu. Follando con extranjeras: escasos resultados, alrededor de los 300000. Recortando el círculo he buscado follando con mulatas, recordando las experiencias narradas personalmente por Joselu, y el fruto ha sido duplicar la primera cifra. Si en vez de mulata escribo negra el resultado se multiplica por 14: casi 7 millones de resultados. El buscador también se siente más cómodo si le pido que busque follando con asiáticas en lugar de follando con chinas o follando con japonesas, si bien estas últimas tiene bastante tirón.

Desconozco si las personas que aparecen en esas grabaciones tendrán vínculos sanguíneos de verdad, como Javier y su prima, aun así eso es lo que afirman. De todos modos, y por si acaso, he cercado un poco más la búsqueda recurriendo a algo tan asqueroso como el incesto para comprobar si los resultados variaban mucho. He de decir que no demasiado y que sigo sin terminar de creerme que los que tan ricamente se lo pasan sean familia. Sin embargo existen ciertos vídeos donde se ve a una madre y a una hija, o a una madre y a su hijo, o a un padre y a su hija y también a un padre y a su hijo manteniendo relaciones sexuales, a veces sumando a la fiesta a algún invitado ajeno a la familia. En todos estos casos, los protagonistas muestran a la cámara su carnet de identidad así que a menos que lo hayan falsificado, estamos ante casos de pornografía incestuosa real. 

En el caso de Ana, no me gusta el sexo, me ha sido más complicado dar con un resultado que coincida como ha había logrado con el resto de sus compañeros y es que, aunque he encontrado 11600000 resultados, la inmensa mayoría son casos de dificultades a la hora de llevar una sexualidad plena que no parece tener nada que ver con el porno. No hay ningún estilo que sea follar sin ganas. Por fortuna.

Resulta paradójico que escribiendo la tengo grande pero no consigo satisfacer a las chicas me aparezcan en 7 de los 10 resultados de la primera página del buscador consultas, webs, foros y demás consejos para convivir con un pene pequeño. Lejos de eso, es difícil dar con algo pornográfico que guarde relación directa con el problema que aflige a Juanpe.

Y no es que un millón de resultados, el número que he obtenido con más frecuencia a lo largo de mi particular investigación, me parezca un resultado pobre. No hay que obviar que son un millón de páginas con, probablemente, un millón de vídeos de contenido sexual explícito y otras tantas, sino más, imágenes. 

Si alguien decidiese ver todos esos contenidos le faltarían años de vida para llegar hasta el final. 

¿Alguien querría ver todo eso? ¿Quién?

Folladas, bellezas, parejas, tetas naturales, amateur, rubias, modelos, mamadas, culos, asiáticas, pelo largo, sexo real, japonés, afeitadas, al aire libre, lesbianas, caseros, tríos, madres, juguetes, corridas, masturbación, primera personas, sado y bondage, panties, anal, interracial, medias, cámaras web, jovencitas, lencería, con curvas, a 4 patas, tetas falsas, tetas pequeñas, en grupo, pajas, pollas grandes, ex novias, tacones, fetiches, corrida facial, tatuadas, esclavas y atadas, velludas, negritas, torturas, tragando semen, corridas en la boca, pelirrojas, latinas, heteros con gais, nylon, minifaldas, transexuales, bisexuales, tangas, tríos, maduritas, coletas, dominación, rusas, gang bang, oficina, bikinis, gay, uniformes, pantalón corto, hentai, vibrador, garganta profunda, en público, fiestas, gorditas, gafas, humillación, aceitadas, jeans, retro, esposas, en la cocina, cuarteto, delgadas, viejos con jovencitas, jóvenes con viejas, en la ducha, pollas negras, pollas pequeñas, creampie, sexo duro, en la bañera, en el coche, máquinas de follar, enfermeras, con ropa, masajes, fisting, doble penetración, voyeur, profesores, peleas, indias, en la playa, orgías, pelo corto, comidas de coño, comidas de culo, pezones grandes, pezones pequeños, abuelas, orinando, concursos, cuero, culos negros, detrás de las cámaras, audiciones, lesbianas, lesbianas jóvenes, lesbianas maduras, bisexuales, durmiendo, gimnasio, zoofilia, en el bosque, en el yate, primera vez, primera vez anal, checas, glory hole, en el bus, en el vestuario, árabes, italianas, eyaculación femenina, bukkake, beso negro, en la prisión, brasileñas, intercambio de parejas, embarradas, residencia universitaria, alemanas, francesas, latinas, en la calle, dinero, turcas, incesto, coprofagia, tailandesas, latinas, exhibicionistas, británicas, coreanas, dibujos animados, japonesas…

Es abrumador, inabarcable, no se atisba el fondo ni por mucho empeño que le pongas en divisarlo. Se diría que es casi infinito.

El porno en internet es casi infinito. Y digo casi porque me gustaría creer que hay un tope. Un final. Fronteras que no se cruzan. 

Y lo digo aunque sé que me estoy equivocando de pleno.

Impresiona al mismo tiempo que asquea. Fascinantemente nauseabundo. 

Por momentos tengo la sensación de que no hay tanta gente en el mundo para grabarse haciendo cualquier guarrada que se les ocurra con cualquiera que se les ocurra, en ocasiones con el que tienen más cerca, véanse los casos de incesto, sin que nos libremos nosotros mismos o nuestros entornos. Es como si, para llenar semejante burrada de información sexual gráfica, a menudo obscenamente gráfica, nuestras personas conocidas, a escondidas y en secreto, se dedicaran a follar cámara en mano. No me salen las cuentas: tantas chicas, tantos chicos, y cada vez más, a diario un millón más, gente nueva. Nos debería tocar tarde o temprano para mantener ese ritmo. Incluso me atrevería a decir que más temprano que tarde, visto lo visto. 

Y es que es muy probable que vuelva a mirar mañana y ya existan más categorías nuevas, vídeos nuevos, caras nuevas, cuerpos nuevos, posturas nuevas, orificios nuevos, nuevas cerdadas.

Penes y vaginas de todo tipo, tamaño, grosor, color, mostrados sin pudor al resto del planeta. 

Para todo el mundo y para toda la eternidad. Sostenidos por una mano invisible y colosal. 

La nube.

Grabando en India para que se pajee un nórdico. Grabando en noruega para que se la casque un argentino. Rodando en Argentina para que se la menee un australiano. Follando en Australia para que Jacobo se masturbe en España.

Compulsivamente.

Porque no, no he olvidado a Jacobo. Ni a Silvia. 

El caso de Jacobo, como el de Ana o Juanpe, tampoco se puede englobar en ninguna categoría de cine X. Él está al otro lado, el porno va dirigido a gente como él, gente que acaba mezclando y confundiendo realidad con ficción, capaz de desatender la realidad dedicándose en cuerpo y alma, sobre todo en cuerpo, a la ficción.

Ella, la chica, Silvia, desde el principio me ha parecido el caso más amable, el más sencillo: una incertidumbre como cualquier otra que todos sufrimos a lo largo de nuestra vida por una u otra causa. Ahora que tengo claro lo que les sucede a los integrantes del grupo, más claro tengo que lo suyo se cura conversando, tanto con su novio, su prometido, como con su amigo, el supuesto amor de su vida. No sé si descubrirá que el uno no es el amor de su vida y que el otro si lo es; puede que ninguno lo sea y Silvia termine separándose de ambos, conociendo a otro y casándose con él.

O puede que Silvia acabe sola.

Con la vida nunca se sabe.

El caso es que Silvia y su “dificultad” no aparecen en el registro infinito de pornografía que alberga internet.

Y no puedo sino alegrarme por ella. 

Y por mí.


SIGUIENTE CAPÍTULO: 3ª REUNIÓN



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